domingo, 29 de marzo de 2020

Se acuerdan las veredas


Bajo el sol
por la calle de los recuerdos,
entre las manzanas del tiempo,
en el barrio de quien yo soy.

Desde el árbol de la plaza
metiéndose entre las casas,
contra postes faroleros
que pintaban las noches de color.

Se acuerdan, las veredas de mi vida
de la infancia colorida,                   
de la adolescencia y el sudor,
y hoy leo grafittis en las paredes
diciéndome no se puede
tocar p'atrás ese tambor.

Se acuerdan las veredas de los bailes,
de los sueños, de mis vueltas por el aire,
de los clubes, madrugadas derrapando,
con la luna caminando
del candombe a la pensión.

De las morenas encendidas;
de las güeras, de las rubias comprometidas,
de las noches, y ver una  ventana abierta
unos versos en la puerta
y algún beso en el portón.


Bajo el sol
en los parques de la infancia,
aprendiendo de aquella ignorancia
de ideales y corazón.

Se acuerdan, las veredas del pasado,
de este viejo ya cansado
que una vez las caminó.

Y hoy veo y escucho a los pasacalles
que me gritan que me calle
que esa historia ya pasó...

Se acuerdan las veredas de los bailes,
De la escuela; dormidos por dormir tarde.
De rincones, de escondites y arrimones,
baldes que fueron tambores,
de una fiesta de graduacion.

De la primera noche en el bote,
de los viejos, esperando con el garrote.
De compartirnos las revistas,
las hormonas pidiendo pista,
el amor en la estación.

Se acuerdan las veredas de los bailes,
de mis sueños, de las vueltas por el aire,
de los clubes, madrugadas derrapando,
con la luna caminando
del candombe a la pensión. 

martes, 12 de marzo de 2019

Boom!


A veces (y bastante más que una vez) la Sincronicidad, esa ventana secreta y móvil que manda explosiones de una luz veteada en la búsqueda permanente de sentido, me ha partido el coco. Me ha dado varios sopapos, madrazos y arrastradas de verdad memorables. Unos golpes raros, como de aire, que te llegan siempre fuerte y estando desprevenido; con la naturaleza mágica e inmaterial de la música, con la fuerza contundente de las miradas, con el peso extraño del tiempo.

Faltan nueve días para que sean tres años y medio exactos desde que vivo en San Lucas. Decidimos mudarnos aquí con mi esposa para tener un hijo. Por algo fue hija, por algo fue cabeña, por algo es mexicana, por algo todo. Por algo inconsciente -en cualquiera de sus acepciones- nos vinimos a vivir acá, a San Lucas, sin siquiera conocer el lugar que hoy, como todo, nos da mucho de bueno y nos ofrece poco de varias cosas que querríamos tener más.
No sé decir hace cuántos años conocí y fui cautivado por el símbolo celta del Triskel. No recuerdo cómo se me apareció o lo encontré, lo que sé es que impresionó mi espíritu y que, sin habérmelo tatuado, lo llevo puesto en mí como una marca indeleble. Es un atractivo estético, sí. ¿Es varios atractivos conceptuales? También. ¿Incluye algo hipnótico y misterioso? Tal vez eso sobre todo, o eso antes que nada. Digamos que el suceso personal más relevante respecto a todo esto fue pedirle hace unos diez años a mi suegro artesano que me tallara un Triskel. Me hizo tres, uno en alpaca, otro en nácar y el otro no recuerdo. Tal vez eran dos. Los tuve hasta que uno se rompió y el otro en algún lado desapareció. Lo material es así, lo peligroso son las trampas. Lo bueno es no caer, esa es mi idea.
Muchos conocen mi aversión a la iglesia católica y su ideología limitante, el dogma que amenaza el desarrollo y plenitud de los seres humanos en toda su potencialidad. De los que son partidarios de ella y de los que no.
Hace un rato, en este día raro y ventoso, nublado, húmedo y algo pesado, no estuve pensando en esto último en lo más absoluto. Sólo estábamos hace un rato paseando con mi hija mexicana cabeña hermosa Malena, sin rumbo, andando en auto para hacerla dormir.
Iba por una calle del centro que llega a la Bahía del Médano, de mucho movimiento de comercio y turistas. Pasé por una esquina que ya habré cruzado unas cien veces y vi una escultura que nunca había visto. Supongo que es bronce; en color café, un tipo con una túnica y un libro en la mano izquierda. Abajo, un cartelito dice “San Lucas”. Ajá, un nombre común, medio nice, diría que muy coqueto en su sonido, y que creo yo que no es tan popular en la iglesia como Cayetano, Rosa, José, María, Juan, Antonio… Pero ¿por qué estoy hablando de él?
El San Lucas de San Lucas, la sorpresa de hoy, tenía en la mano izquierda un libro que tenía en la tapa tallado ¡un Triskel!
Una sorpresa es, en general, algo que te impacta y por su naturaleza implica una necesaria evidencia: siempre tiene algo de literalidad, hay algo o alguien que aparece y te sorprende. Un evento de sincronicidad como el de hoy, te llama, te impacta, te sacude, no te dice nada y te deja pensando, de alguna forma alterado o perturbado.
Qué curioso. Qué relevante. Qué inexplicable. Qué viento. Qué quietud. Qué salto. Qué vacío. Qué movimiento. Qué luces raras. ¡Qué rayos!
Maldición.
Bendición.
Fin.

lunes, 18 de febrero de 2019

Demasiado de todo

Demasiado de todo suena a exageración poética. A un recurso expresivo tal vez evasivo ante el problema de escasez de palabras certeras. No sería este el caso, porque no es esa la intención de la frase. Los amaneceres, los atardeceres, los animales conocidos, los animales desconocidos, la experiencia de compartir el ambiente con ellos, las personas y sus mensajes, la Naturaleza y sus mensajes, el viento, el agua, el sol, las estrellas, los cielos diferentes y sus colores inquietos, las nuevas formas del cielo, las formas que aprendí a ver porque la contemplación es una maravilla que nos ayuda a superar lo que somos y podemos hacer y compartir; las palabras, las palabras nuevas, los idiomas, los viajeros, los que están en el camino y tienen esa pasta noble de anfitrión sin deuda, las chispas del terror; la ruta, sus formas y sus tesoros, los sabores, los olores diferentes de la humedad, las casas con su acogimiento tan único, tan de familia, siendo tan diferentes las familias que vimos en cada casa…

Los viajes interiores, los viajes dentro del viaje. Los viajes hacia adentro, a lo profundo, hacia atrás. Los colores del viaje y los viajes de colores. Cuentos, Microcuentos y Anticuentos escribía un loco en Rosario. Las epifanías, las generosas y estrechas hendijas de la iluminación lejana y abrumadora, con la luz cálida del conocimiento, esa que hace querer ver, luego ver y sonreír. Los paraísos que pisamos, el cielo, el inasible e inefable cielo que pisamos en Isla Blanca, ese lugar caliente y conmovedor. El mar mítico, cálido y casi sonriente en Tulum. Las estrellas, que no se pueden explicar.


Demasiado de todo son cada una de esas cosas, con alguna historia o una enseñanza detrás. Algunas con una historia y algunas con más. Yo decía que mi ocupación ahora es digerir y asimilar todo lo que percibo día a día. Es pesado, en serio. Desde afuera hacia adentro, el generoso e insoportablemente voluptuoso México, y desde adentro hacia afuera los doblemente fértiles frutos de la fertilidad del viaje. El sentido de las cosas, que por ahí se asoma, como una lagartija, en silencio y de sorpresa, a la vista del corazón. Y de la conciencia, el saber sabido.


Es difícil empezar a contar el cuento completo por algún lado. Y aunque lo que se ha de atesorar bien lo vale, por ahora me doy por vencido, para seguir flotando en la danza con el todo, leyendo y escribiendo en el aire.


Sólo una curiosidad, que puede ser una revelación-afirmación tanto como puede acabar discretamente coleccionada como una pregunta chiquita acompañada por una respuesta por igual liviana y lúdica. Si ves el mar inmenso y tranquilo que te hamaca, sentís el viento, muy presente, tanto que casi lo podés retener un momento para abrazarlo, si respirás todavía todo lo indescriptiblemente hermoso que viste, que sentiste, que aprendiste y que reíste en los últimos días y noches, si repasás las formas de vida que conociste y con las que conviviste; si escuchaste a los niños e intentaste registrar los infinitos colores del sol, si quisiste llorar, movilizado por la paz y la belleza de una laguna caliente, si viste las formas y gestos de los seres humanos; si los ojos se desbordaron porque simplemente no te alcanzan para retener tanto, ni la mente para explicarlo, ni el alma para atesorarlo, de repente entendés por qué tantas culturas han creído en la existencia de un Dios para cada cosa. 

El Dios del Mar, el Dios del Fuego, la Diosa de la Fertilidad, los Dioses de los Cielos, del Conocimiento, de la Iluminación, del Inframundo. Tal vez fueron creados –si lo fueron- para que el hombre, nosotros, pueda (podamos) tener alguien a quien dirigir tantas e insuficientes palabras de gratitud absoluta, por todo lo que existe y por todo lo que es.

Es demasiado de todo. Y es increíble pensar que todo esto tal vez después sea poco. Porque viene más.

Gracias. :)

miércoles, 25 de enero de 2017

Canción de las dos orillas


En un lado está la angustia,
siesta eterna sin movimiento;
cruzando va el hombre vivo,
respira y honra el momento.

En un lado la pregunta
y el querer saber sonriendo,
en el otro está el juzgar,
el rechazo, el prejuicio y el miedo,

acá duda, inhibición,
allá experiencia y conocimiento;
de un lado hay pa' comprar
del otro, un sabio y un templo.

De este lado hay matemáticas
y allá un sapo cuentacuentos;
acá, la imposibilidad,
y cruzando, esperan los sueños.

En la orilla cerca del sol
está el día del nacimiento.
Enfrente, cruzando el río,
está la hora del entierro.
El camino ha de ser a gatas
haciendo plancha y hasta corriendo.

De los dos lados del río
están la Vida y sus momentos.
Los enredos, las esperas
y la luz del conocimiento.
Vadear es hacer camino,
el agua está en movimiento;
el remo está en nuestras manos,
la canoa está en el medio.



martes, 5 de abril de 2016

El temita de la Alquimia

Yo sé que en los últimos días y semanas anduve desaforadamente charlatán. Hablé, escribí, posteé, mensajeé. Yo sé. Lo sé, José. 

Bueno, entre tantas tontadeces, a veces salen algunas mistiqueces. Y esta mistiqués que voy a contar, claro, corre el recurrente riesgo de que, cuando uno cree haber descubierto o develado algo nuevo (porque, en realidad, para uno mismo efectivamente es algo nuevo), en verdad sólo se está dando cuenta de algo que ya andaba por ahí escrito hace no menos de cuatrocientos años. Y uno simplemente nunca se enteró por leer poco. En fin.

El temita de la Alquimia. Bueno, ¿qué se supone que es la Alquimia en el saber popular? La capacidad de convertir las piedras en oro. O bien cualquier material ordinario en otro material diferente, extraordinario y de gran valor. Valor Material. (Valor y Material, juntos; hemos de dudar firmemente). Pero asumimos que hay mucha gente alrededor del mundo invirtiendo su tiempo, dedicación, energía y recursos de todo tipo, y aprende brujería y practica hechizos, investiga propiedades de plantas y minerales y demás, y hace todo esto con el objetivo de exorcizar esa capacidad para poseerla, y ser finalmente Alquimistas. Para tomar algo mundano y ordinario, y convertirlo en riqueza. Lo primero que he de trastocar para esta interpretación es, tal vez, la primera burrada u obviedad de toda la cosa. Mi primer fragmento de lucidez fue: “Probablemente no son oro ni piedras literalmente, podría ser una metáfora”. ¡Oh, el hombre de las cavernas descubrió el fuego y las metáforas! Bien, de ahí llegaremos a afirmar a que todos podemos practicar la Alquimia. Y puedo asegurarlo desde mi experiencia, porque yo lo hice.

Bien. Tengo un amigo en Formosa, que es una muy buena persona y suele tener ciertas lucideces que a veces se me quedan pegadas. Una de las que se me quedaron pegadas es esta: “A la muerte no se llega con bienes materiales, sólo con recuerdos de buenos momentos y el amor de la gente que te quiere. La riqueza que pretendo acumular en mi vida se basa en eso”. A eso, yo le sumo que uno se lleva también lo que aprendió durante la vida. Y ahí vamos, a la Alquimia aplicada al aprendizaje. Que capaz, al final, es todo lo que hay.

Cualquier acción cotidiana y ordinaria, puede enseñar algo. Está claro que pagar el boleto del transporte y subir al vehículo, no siempre nos va a estar dejando una tremenda enseñanza existencial y mística. Sobre todo si tomamos el mismo transporte cinco o seis días a la semana. Lo mismo ocurre con el primer semáforo que nos topamos de lunes a domingo cuando salimos de casa. Pero una vez, tal vez la primera, tal vez la número tres ochenta, pudimos haber observado algo único en esa acción repetida, y eso nos dio una cierta luz de entendimiento. La que fuera, capaz sea sobre la destreza del chofer para manipular volante, palanca, pedales, espejos, café, mate o tereré y dinero para darte el cambio. O, mirando el cielo por vez numero siete mil, una tarde te das cuenta de que hay haces de luz que cruzan el cielo azul e interactúan con las nubes. Yo aprendí a ver eso el año pasado en Quintana Roo. Entonces, cualquier trivialidad cotidiana, cualquier “cosita”, puede convertirse en conocimiento teórico. Igual la curva de la pelota en un córner, un tic o una neurosis propia o ajena, o el giro de los pollos en las máquinas que los cocinan.

De las piedras al oro. De las cositas al conocimiento. Momento de amarrar los rodeos y declarar que la Alquimia es en realidad la capacidad que tenemos de convertir cualquier cosa que observamos, en conocimiento que atesoraremos. Y esa es riqueza que se acumula, y no se pierde. Y creo que no es poca cosa decir que el potencial de aprendizaje que hay disponible es prácticamente infinito, y que el tamaño de la riqueza que somos capaces de generar es tal, que no sólo dura para toda la vida. Va a durar para toda la eternidad. Ese es el Valor, la Fortuna y la Riqueza.

Y así son las trampas de algunas metáforas: las metáforas son, esencialmente, formas. Y algunos bien dicen que las formas son ilusión. La separación de las cosas que componen el todo, es la separación de las formas. Y algunos dicen que la separación es en sí una ilusión, y que es el principio de muchos conflictos de la Humanidad y también etcétera.

Y recuerden amiguitos: una cosa tienen en común el dinero y las palabras. Cuanto más se emiten, menos valor tienen. Así que mejor ya no estén leyendo pendejeces y mejor ocúpense de algo útil. Yo, desde acá y mientras tanto, les mando un abrazo.



miércoles, 23 de julio de 2014

El poder del Ahora. Metáfora Ilustrativa.

Suponte que estás parado en el suelo. Delante de ti, y también detrás, está parada una resortera (una gomera, u "honda"), fijada cada una, por la base, en el suelo. Las dos tienen casi tu mismo tamaño, digamos que la parte más alta de la "Y" que es cada una se encuentra a la altura de tu pecho.

Digamos que, en condiciones normales, tú podrías estar parado, relajado, y también mantenerte en equilibrio y absoluta libertad entre las dos resorteras. También puedes moverte libremente, caminar, saltar, girar, voltear a verlas, etcétera. Ahora identifiquemos cada una de las resorteras, estableciendo que una es el Pasado, y la otra es el Futuro. Parado delante de una y detrás de la otra, tú estás situado en el Presente.

Ahora supongamos lo siguiente: la resortera del pasado extiende su banda elástica, esta pasa por encima de tu cabeza, se coloca sobre tu pecho, apretando y tirando hacia atrás. Esto hace que una fuerza (una presión que puedes sentir claramente oprimiendo tu pecho) te mantenga frenado y te dificulte mucho avanzar. Naturalmente, la postura y actitud que adoptarás por esta causa tenderán a la depresión, y se manifestarán a través de el encorvamiento de tu espalda y una sensación de imposibilidad de erguirse, el cierre de tu pecho, el andar cabizbajo, la tensión general de tu cuerpo, la sensación de cansancio y debilidad sobre todo en las piernas, y la dificultad para respirar, o bien un respirar leve y cansino. Los sentimientos de autocompasión y abatimiento, muy probablemente encuentren su manifestación física en una cara hundida, con la mirada dirigida alternativamente al piso y a tu propio pecho.

En la situación anterior, avanzar será sostener una lucha continua. Será estar lidiando entre dos fuerzas; una de ellas será más y la otra será menos conciente. O, mejor dicho, cada uno de nosotros será más o menos conciente de la presencia, la intensidad y el funcionamiento de cada una de estas fuerzas.

Ahora cambiemos el sentido del ejemplo y veremos lo siguiente: te encuentras parado en medio de las dos resorteras, libre de la tensión de la primera, pero siendo objeto y estando sujeto ahora a la fuerza de la segunda, la resortera del Futuro. Ésta, naturalmente, te sujetará rodeando tu espalda, ejerciendo una presión difícil de controlar, que te impulsa hacia adelante. Presa de esta fuerza externa a tu voluntad, experimentarás un apuro constante, un impulso angustiante que te obliga a avanzar sin control, sin tranquilidad y sin pausa. Que te obliga a avanzar, o quizás más bien a ubicarte mentalmente en otro no-presente, todavía distante, y a percibirte en ese momento del tiempo, que de hecho es aun inexistente. Las posturas del cuerpo y sus sensaciones también son muy elocuentes en este caso. Perder el equilibrio por ese apuro de dirigirnos hacia lo que es imprevisible -y que, a su vez, igualmente pretendemos amarrar y asegurar- será una señal clara; sentirás el torso crispado, arqueándose excesivamente, de manera que la respiración quedará acotada a un movimiento superficial, limitado y poco profundo. La cabeza, objeto de esa extorsión al presente e imantada por el Futuro, tenderá a resistir con angustiosos forcejeos, tensando tu cuello. Las sensaciones y sentimientos frecuentes serán de emergencia constante, de un incesante jaloneo (a veces voluntario, a veces involuntario) hacia uno mismo y hacia los demás, de estar continuamente a destiempo y de cierta ausencia vaga junto a la multiforme sensación de algún determinado (o indeterminado, pero siempre inminente) deber que todavía falta cumplir.

En cualquiera de estos dos casos, una postura erguida, estable y naturalmente relajada sobre nuestros propios pies -postura tanto del cuerpo físico como de todo nuestro Ser individual- se sentirá inconsistente e inaccesible, cuando no inquietante, definitivamente incómoda y a fin de cuentas imposible. Cuando podemos observarnos y vemos que esa estabilidad, ese equilibrio y ese reposo atento son el estado real de nuestro Ser, y cuando logramos estar y sentirnos presentes, viviendo la experiencia auténtica de estar parados en el momento del ahora, nos damos cuenta de que nos encontramos fuera del alcance de las dos resorteras del tiempo.



jueves, 8 de mayo de 2014

About.

There were the two young old friends. Hugging, kissing, loving each other. Suddenly, they knew that it had to come a long time apart, across the sea. That´s why they were as sad as they could stand to be. 
I was staring at them, after sharing a cigarette on the straw matress -next to the roof, close to the stars- not far away from the clouds creator volcano. They hugged each other again, and began to whip, while I smiled. 

Then I just didn´t dare not to say - It's so beautiful... 

They got stunned all the sudden. One of them -the arab mysterious latin girl, the almost always smiling one- turned around and looked at me with some confused rage on her forehead. 

- Beautiful? Are you kidding? We won’t see each other in years! This is about Suffering! 

- Yes... but don't you forget that it is like that, just because it’s about Loving.



viernes, 25 de abril de 2014

La Laguna de Oriente

La Laguna de Oriente

En El Llano, en la planicie, esa mesa en donde hacia donde se mire se ve, hay un camino recto. Es una superficie lisa, una cinta artificial, inalterable y regular, de un impecable acabado, casi pulido. Es el Camino de Occidente. Es una ruta moderna, segura; una obra vial estupenda, una vía rápida con tránsito constante que sin embargo no ofrece mayor resistencia a las carreras que sacuden el silencio de El Llano.

Andando unas horas por el Camino de Occidente se encuentra una laguna. Por alguna entre muchas posibles razones que se cuentan en el lugar, es conocida como la Laguna de Oriente. En algún momento del viaje, emerge ante el conductor en el horizonte del Camino de Occidente, haciéndole percibir que de seguir avanzando en su trayecto, se zambullirá en ella. El misterio del agua, del sol que calienta la superficie pero no toca el fondo, de los colores inquietos de la tierra mutante que se acerca a la orilla, del silencio, intermitente en la línea movediza del agua, de las diferentes formas de la vida del lugar, casi sin nombre de tan desconocidas... Todos esos matices del aire, esos misterios del tiempo, esos vaivenes del ensueño macerado entre tantos calores, probablemente nunca lleguen a los oídos de los conductores.  Porque por supuesto que el  Camino de Occidente -obra ejemplar en Planificación e Ingeniería- describe dos curvas (izquierda - derecha) que han recortado y delimitan un lado de la laguna, que en el lado opuesto crece y decrece, se desplaza y se transforma al encontrarse con las diferentes formas de la tierra irregular. Tomando las curvas del camino, los viajeros bordean un lado de la Laguna de Oriente y, en algunos sitios en los que pueden detenerse a observar y convertirse circunstancialmente en turistas, pisan tierra para tomarse fotografías con la laguna como fondo. (Para luego contar -y mostrar, claro- que estuvieron allí). El turista vial se ve, y luego automáticamente se muestra, presente en la Laguna de Oriente.

En las tardes, la Serpiente Resonante se desliza silenciosa por El Llano. Ladeando el Camino de Occidente, planea hacia la primera de las dos curvas, atraída por la humedad de la laguna. Por aquellas horas todavía quema el sol, a ratos se detiene el viento y entonces no hay más movimientos que el del agua lejana y el de los automóviles que la ven pasar fugaz, y que a veces ni la ven. El suelo y el calor dibujan formas que se mueven sobre las formas, y la Serpiente Resonante las ve mientras hamaca su cuerpo, empezando por la cabeza, empezando por sus ojos, a la izquierda, a la derecha, a la izquierda, a la derecha.

La Serpiente Resonante siente el rebote insistente del sol en la superficie del asfalto. Pero percibe y huele en el aire el norte de su camino: el agua lejana de la Laguna de Oriente. Sigue el rastro de la humedad, inhala bajo el sol, exhala contra la tierra que también vuela bajito. Ve a un lado el camino y adelante la curva que se abre hacia la izquierda, la ciudad, el cemento, el Desarrollo.

La Serpiente Resonante avanza y se acerca. Y, como pocos, va a llegar a la laguna. Va a atravesar las piedras y la tierra y va a deslizarse en el barro. Como pocos, va a tocar el agua: va a planear y sumergirse en la Laguna de Oriente. Y a zambullirse en sus misterios, entre el silencio y el agua, la quietud y la luz movediza; la humedad, el calor y el frío.











jueves, 20 de febrero de 2014

El Hombre Lobo de la leyenda


El terror. El espanto. El sadismo de la bestia. La mandíbula y las garras. El Hombre Lobo, la amenaza. El Terror. Claro, el impulso de multiplicar la amenaza parece ser un reflejo, temblando todos cómodamente sentados sobre el miedo inquieto, frenético. Hay alguien a quien perseguir, a quien sacrificar. Hay un hombre, un hombre bestia maldita, bestia hombre culpable y maldito. Hay un hombre lobo y feroz, acorralado de fantasías de fuego, trampas, machetes, balas y estacas. Pero el lobo es hombre y nadie se acuerda. Al fin, todos tememos arrimar las antorchas a la cueva de nuestra propia bestia interior. El Hombre Lobo quizás lleve el alma más desgarrada que la camisa, las heridas más sucias que sus manos al amanecer, la paz perdida mucho más lejos que sus zapatos. ¿No te lastimarían el cuerpo unas propias fauces atroces creciendo sin control, las garras que emergen irrefrenables destrozándote desde adentro? Nadie quiere ser culpable, monstruo, bestia; nadie quiere cargar con el designio maldito de las horas y de la luna y de sus formas. El hombre sufre -¿quién no?- cuando la bestia emerge y desgarra su interior. El alma se retuerce en angustias indomables mientras el llanto no puede salir, apretado entre el estertor y los gruñidos ahogados en la lucha contra el primer aullido. Antes de ser el lobo un depredador, el hombre es presa. Se desconoce, se abandona a palos, es expulsado de sí mismo, desterrado su lugar que es el cuerpo que lleva su ser. El hombre se arrastra, se ensucia, se caga. El pueblo lo persigue con sus hombres, sus manos, sus miedos, sus armas. Quizás lo alcancen. Quizás el Hombre Lobo se esconda, rodee el lugar y vuelva a acosar y a atacar. Todos se angustian, pocos escapan, casi todos temen, algunos sufren. Tal vez nadie se pregunta por qué.

miércoles, 5 de febrero de 2014

De casualidad y favor


Perdón, con su permiso,
¿será posible exorcizar los olores?
Me refiero -no más- a amputar
al animal de mis sentidos.

Digo, mejor, para no
preguntarme tantas cosas
románticas y dolorosas
sobre los corazones unidos.

Quizás no sea molestia,
como puesto, sacar el todo.
Y zanjar la diferencia
entre un no y un sí de ausencia,

(digo para no aferrarme,
esnifando unos recuerdos,
al seguro de ningún cuerpo
entre abismos de demencia).

Y sin ánimo de estupro
quisiera ver la posibilidad
de descartar de plano el tiempo
-el lineal, el espiral-
de saltarnos lo del espacio,
lo etéreo y lo material;
y mientras me jacto de terco,
muy sin fe y rengo en ciencias,
pediría, aprovechando:
-tratemos de ser sensatos-
como ya te llevaste el cuerpo,
cargate también su ausencia.


jueves, 19 de diciembre de 2013

Reconfortar.

Santiago vuelve muerto de la guerra. Camina, pero está muerto. Ausente, ido, congelado, desalmado. Incómodo en la sala, inquieto en la silla, a veces parece que se olvida de respirar y vuelve a tomar aire después un susto repentino. Mira incesantemente hacia la puerta que da a la calle y al pasillo que lleva al baño. Hay dos cafés en la mesa, uno va a quedar intacto.

- Maté a mucha gente.

Alguien está con él. Alguien.

- Bueno, pero vos también tenés que pensar que en realidad lo que pasó...— ¿Cuántos tipos mataste?

- Seis.

- Bueno Santiago, no es para tanto. Nosotros leíamos las noticias, ¿sabés? y nos preocupábamos por vos, sin poder saber cómo estabas. En esa guerra murieron treinta y cuatro mil personas Santiago, ¿supiste? Treinta y cuatro mil. Y vos estabas haciendo lo que tenías que hacer...

- Pero yo maté a seis personas.

- Santo, Santito... escuchame una cosa. No sé cómo te tomes lo que te voy a decir... Pero si murieron treinta y cuatro mil tipos, qué se yo, cinco no son nada.

- Seis

- Es igual Santiago, cinco o seis es lo mismo. En semejante matanza seis es lo mismo que cinco y que diez, y uno no es nada. Que se muera uno más o uno menos por la guerra no es nada, Santo.

- Tenés razón.

Santiago se levanta de la silla con las manos en los bolsillos de la campera, encorvado y crispado, como si quisiera abrigarse el cuello con los hombros. Entra al baño. Y dispara.



domingo, 15 de diciembre de 2013

Las Gracias


Yo no sé... Por ahí yo pienso diferente y hago otras cosas. Alguno de nosotros puede sorprenderse, pero de eso también se trata ¿no? De sorprender, buscar una oportunidad, algo inesperado... y estar siempre atento al otro. Y en la vida yo pienso que hay que ser agradecido. Bueno, es lo que yo creo... y yo soy un agradecido.

Hoy en día vivimos pendientes de las fotos, pensando en la ropa, en las cámaras... Yo, tal vez porque soy de provincia, por ahí me fijo más en otras cosas. Me gusta ver cuando las cosas se hacen bien... y si son lindas, mejor. Pero no porque una cosa sea linda porque es cara, o que tenga mucho valor por el precio o porque te da cierta imagen. A mí me gustan las cosas que se hacen lindas. Los gestos, el compañerismo, la picardía. Algunos se pueden reír de esto, pero también hay un sentido artesanal en nuestro trabajo... Y el trabajo es siempre por objetivos: uno siempre tiene algo que quiere alcanzar. Por eso yo digo que hay que ser agradecidos, porque todo es trabajar para lograr que nos proponemos, y tratar de hacerlo juntos.

Por eso, como hice hoy, yo siempre le agradezco. Voy a buscarla, la levanto y le doy un beso. Y le agradezco en serio, eh. Y hoy se lo dije otra vez: "Gracias por entrar, pelota".

jueves, 12 de diciembre de 2013

Dice Don Jaime (Qué se yo)


¿Qué cosas se aparecen en el silencio de un cuarto? El viento, el tránsito, los pájaros no cuentan. Participan, sí, no, distraen. Digamos que no cuentan, excepto cuando no dejan contar. Así que olvidémoslos y hablemos.

La inquietud, la angustia. Personas y personajes, en páginas y en películas. Las cosas… Las cosas que suceden (“sucesión”) en una pantalla en tan poco tiempo, 60, 90, 120, 180 minutos, llevan en sí lo inverosímil, lo imposible. O quizás la insensibilidad del relato convierte a las historias trascendentes en pájaros helados. El vuelo en un paso inacabado. El brinco en un torpe ademán. La conciencia y la inconciencia por igual han de ser abismales y aterradoras. El filo del medio, ese dónde caminar seguro, será también la indeterminación. La certeza de lo que hay, que es lo que se evade y no se mira para intentar caminar en una línea recta que es el trazo inicial de la costumbre, como un gas que adormece. Es difícil creer que haya paredes lisas. Todas y todos son lienzos blancos donde nos dibujamos. Nos dibujamos, nos dibujamos. ¿Sabremos por qué tanto nos dibujamos y nos pintamos? ¿Odiamos -o sólo tememos- pintarnos sólo con agua, sin ropas, vestidos de verdad insostenible? Dice Don Jaime -pongamos que se llama donjáime- que odiar no es el opuesto de amar. Sino es el ignorar el opuesto diametral del amor… Me dejó, no pensando, pero me dejó -no inquieto- sino que me dejó… algo. Me dejó ¿atento? Me dejó pintado, eso. Pintado con agua. Me pintó un suceso, que fueron mil crueles sucesos que aprendí y reproduje. Pintado con agua viendo ese retrato (yo-de-hielo) helando a otro que siente y pregunta y se calla y se pregunta. Y no me manda a la mierda porque la paciencia es un don de gente muy elevada a veces. Una virtud, eso.
Bueno, Don Jaime me dejó pintado con agua. A él le gusta pensar de a dos, o hablar pensando, o compartir. Se lo ve disfrutar abriéndose y pasándose revista con paciencia, diciendo éste soy yo y creo que esto está bien ¿sabés?. Es bueno Jaime, él es buena persona. Sabe cosas, él entiende cosas porque tuvo sus lecciones, sus odiosas clases magistrales y sus propias escrituras. Él mismo debe saber que no todo es gratis, o lo supongo porque él me dio a entender que  todo eso que él sabe y dice no es gratis. Lo sé aunque no lo considere, y aunque no me haya dicho que lo considera.

Vivir con un propósito es una gran cosa, yo creo. Con un qué hacer, además que un quehacer reiterativo. Un dónde ir, fuera de esta vueltita de perro que a todos nos toca un día tras otro, tras otro, tras otro. Hoy no sé qué día sea, tras cuál, o precedente a otro trasotro, y es el día en que tampoco veo el propósito. Ver no es una gran cosa, andar no es una gran cosa. Hacer tampoco... (por minutos que le he dado a la idea para reivindicarse, realmente no: hacer no es una gran cosa). Hay muchas cosas que se pueden hacer, claro. ¿Pero cuáles y cuántas grandes cosas hace uno entre tantas cosas que hace? ¿Cuántos pocos aciertos entre tantas demasiadas palabras? Las pequeñas existencias, de eso también hablaba Don Jaime, contando cosas de afuera mientras miraba hacia adentro. La relatividad y la comodidad de los ojos tuertos. Estás aturdido, nomás no entendés por qué. Te cuesta hablar y tampoco te entienden del todo y lo ves en la cara del otro ya en el primer cuarto de tus oraciones largas y con preámbulos, y esas proposiciones que se te hacen interesantes y que casi indefectiblemente terminan en “qué se yo”.

jueves, 5 de diciembre de 2013

Estudio.

Anoche fumé y me acosté. Y me desperté y soñé. Y en mi sueño pensé en las veces que fumé con mis amigos. Y ese inicio de recuerdo me hizo caer casi de inmediato en la cuenta de que nunca fumé con ellos. Y dentro de ese darme cuenta y esa certeza consideré qué tienen mis amigos que no tienen las personas con las que necesito fumar para poder compartir y conectarme como puedo hacerlo siempre con ellos. Y me respondí que hay una posibilidad considerablemente viable de que nuestro nivel y profundidad de conexión sea tal que es finalmente todo lo que puede ser.

Y me pareció una probabilidad suficientemente factible. Y hermosa.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

Adriana


- Estas cortinas las dejo, ¿no? Por ahí...

- No Adriana, llevate las cortinas. Yo no las voy a usar, y si no te las llevás, las tiro.

- Sí, pero digo, si en unos meses...

- En unos meses nada, Adriana. Yo quiero estar solo y voy a estar solo, y no me gustan las cortinas ni los cubrecamas ni los centros de mesa, me gusta el sofá así como está y me gusta el sol, como salga. Y todo esto también es tuyo, llevátelo por favor.

- Pasa que tantas cosas...

- Por eso no te preocupes: yo te voy a ayudar a cargar las cosas, te voy a llevar todo al departamento y te voy a ayudar con el agua, la cerradura y lo demás. Y te voy a dar un beso y te voy a desear suerte... Pero ahora quiero esta casa vacía de todo lo que no sea mi taller, mis cosas y mis películas.

La canción a él ya le sonaba espantosa, y lo único que quería era darle stop y pasar a la siguiente pista. La película que Adriana vio y seguía viendo era otra. Lo vio a él bajo el mismo sol cargando cajas, sacando la basura, subiendo a la camioneta. Al otro día sería lunes, entonces pensó en las camisas y la plancha. Y acomodaron juntos unas macetas, armaron la cama, probaron la bomba juntos. También se sentaron en la mesa al lado de la ventana y revisaron unos enchufes. Y tomaron agua. Dos vasos y una botella.

Y pasaron las cajas, los arreglos y las escobas. Los cables, las divisiones y los muebles. Cada uno hizo su parte; las cosas obedecieron, quietas en su lugar, y el reloj atravesó las siete y cinco. Él también cumplió y se fue.

Adriana se dio cuenta de que faltó conectar el tanque. Pero no le importó porque mañana él le va a dar el teléfono del cerrajero y capaz podría darse una vuelta para ver lo del tanque... Adriana siente el frío que siente la casa desnuda.

Recién en ese momento, con el jarro mudo quemándole la mano y dos tazas recién colgadas frente a su cara en la pared, Adriana se da cuenta de que en su nueva vida está sola.



miércoles, 2 de octubre de 2013

¡Al final!


– Hoy sí -sí señores, hoy es el día- hoy vamos a hablar sobre el Capitalismo– dijo Rulo.

– Es un placer escucharlo en esta oportunidad, Licenciado Rulo– dijo el animador del programa, engalanado con un arreglo capilar perturbadoramente inmóvil.

– El propósito de nuestra vidas es, sin dudas, la Felicidad– Lo dijo Rulo sonriendo a los ojos del Lama, el tercero en el extraño  trío que ocupaba el estrado. El Lama logró asentir sonriendo casi sin que se notara su espasmódica sorpresa.

– Así es…– Se habrían escuchado más sus párpados cayendo despacio antes que su voz en la respuesta.

– Entonces, para estar felices chicos, ¿qué  es lo que necesitamos? Bien ahí, señor, ¡consumir! Porque claro, cuando compras te alegras ¿o no? Sientes alegría, ¡la inigualable alegría de comprar, inigualable! Cuando compras puedes por un momento en la vida hacer lo que realmente quieres ¡Cuando compras estás haciendo exactamente lo que tú quieres! Puedes elegir lo que deseas y ¡al instante! puedes tenerlo. ¿Alguien entre todos ustedes tiene un mejor plan? ¿Nadie? Vamos, no teman dar su opinión. Con ganas ¿alguien quiere compartirnos alguna idea mejor que esa? Bien, sigamos entonces. Tener, ¿qué significa tener? ¿Qué significa comprar? Significa esto, atención: hacer que lo que tú quieres-sea-tuyo. ¿Se entiende? ¿Logran captar el trasfondo tan humano, tan absoluto, tan universal que hay en la alegría de consumir?

Miren, aquí respetamos a todos. Todos estamos pisando este planeta y compartiendo este bonito mundo que nos tocó en suerte. Pero aquellas personas que lamentablemente no están en este momento comprando o, de mínimo, que no están pensando en consumir... Oh my Lord... Yo simplemente me pregunto por qué tiene que haber gente que vive así. Por qué tiene que existir tal cantidad de gente, triste, deprimida, perdida, gente aturdida e incapaz de ver que la Felicidad, la Fe-li-ci-dad señores, está al alcance de su bolsillo. ¡De cualquier bolsillo, cualquiera! A ver, vamos poniéndonos de pie a medida que nos sentimos identificados con esto. ¿Quién quiere sentirse seguro? ¿Quién quiere poder elegir en cualquier momento entre millones de posibilidades? ¿Quién quiere sentir el placer de estar vivo? Denme permiso que me voy a parar... Gracias ¿Alguien que quiera sentir el placer de vivir la inmediatez de la llegada de la Felicidad? Muy bien, veo mucha gente que se paró en los últimos cuatro segundos... ¿Quién quiere superar de inmediato un ataque sorpresivo de hambre, sed, calor, aburrimiento, decaimiento, tristeza, soledad, angustia, sinsentido, inquietud, desesperación ...? Bien, bien. Veo que no quieren dejarme hablar más, porque ya no veo a nadie sentado. Pero por favor, escuchen muy bien esto... Y siéntanlo:

estás sólo en tu casa, sin planes, sin nada que hacer. Estás aburrido, sin compañía, triste o contento, da igual. Pero sientes ese bichito que vive en ti, ese animalito juguetón que ya se está inquietando y tú entiendes muy bien y muy rápidamente qué es lo que quiere. ¡Pues a alimentarlo con alegría! Te pones a buscar en tu lap cosas por internet, encuentras cualquier cantidad de cositas que están buenísimas y te las quieres devorar a todas exactamente en ese instante. Agarras la tarjeta, haces la compra y te sientes GENIAL ¡más rápido que inmediatamete!!!

Y lo que estoy viendo ahora sinceramente me emociona... y la verdad es que no quisiera llorar. Permítanme tomarme este alimento líquido enriquecido hecho a base de leche UHT y comerme este bomboncito con almendras, dulce de ciruelas, chocolate y avellanas... Ahhh, ahora sí, listo para continuar y cerrar. Les decía que lo que estoy viendo, lo que sigo viendo, me conmueve. Me llega. Me... me toca y me impresiona, de punta a punta, en cada fibra de mi ser. Habrá aquí unas mil cuatrocientas personas, ya levantándose de sus asientos, ya dejando de escucharme, ya pensando. Ya están pensando, ¡ya están sintiendo! Ya estarán eligiendo qué van a ir a comprar. ¡Bendita sea la señora de la tienda de aquí afuera! Felicidades señora, ¡gracias por estar en nuestro destino y gracias por darle vida a su negocio! A todos los que felizmente están abandonando la sala, les deseamos lo mejor, les deseamos la mejor experiencia de consumo que puedan tener en sus vidas. Y deseamos que las que le siguen, sean más grandes, más frecuentes, más intensas, más absolutas, más totales... De corazón deseamos que de verdad sean todos ustedes ¡MUY felices!

¡Ah, casi me olvidaba! Les va a parecer medio tonto pero, para terminar, les voy a hacer el gestito de shock de Susana ¡porque la verdad es que me encanta! ¡Ahí  va, eh! Yo... Rulo...

El disertante da la espalda al público y comienza a girar su cabeza, para volver a darles la cara a los pocos que seguían escuchándolo

- ... ¡yo lo rec...–

– ¡Licenciado Rulo, lo llaman de la Presidencia! ¡Es un aviso urgente!

– Señor Rulo, escúcheme bien. Ahora la guerra es contra Asia Oriental, y la política del Estado es la Desmercadotecnia. Hay que stockearnos, hay que evitar las compras. Hágalo, y rápido. A como de lugar.- ¡Clak!

- Eh, escuchen... lo que quise decir en realidad es...



martes, 17 de septiembre de 2013

Alas y patitas (canción)


Te quedaste después de ese dolor
inquieta en casa.

Te convertiste en mi Peace, yo en tu Love
y a tu chillar

le respondí con caricias, con juego
y alimento
con dormirme tarde y madrugar.

Vos me esperabas y yo volvía feliz
porque siempre
te iba a encontrar.

Y ahora que ya está,
que vos no pegás la vuelta,
que la puerta no vas a rayar

tengo ganas de arrancar
para ir a visitarte
y no sé ni qué bondi tomar.

Decime dónde estás,
decime dónde estás.


Me diste clases de amistad y de amor
sin ninguna palabra.

Dormimos juntos y tu cama fui yo
y mi respirar.

Después entendí que descuidar es perder,
a veces, para siempre
y tan tan,

que resurgir en la tristeza y abrazar la vida
es la única forma
de habitar

el mundo que dejaste
con tus alas y patitas,
de a poquito se te iba hacia atrás

acepto tu libertad,
tu camino es diferente
pero a ratitos te quiero espiar.

Decime dónde estás.
Gordita, decime dónde estás.
Perrita, decime dónde estás.
Llamame, te voy a visitar

(instrumental)

Ahora ya no te busco
porque oí ladrar al viento
y a ratitos te veo volar...

Gracias, ya sé donde estás.






jueves, 12 de septiembre de 2013

Pinchi


Puedo ser feliz con Nati,
cuando vuelva hoy al depa.

Puedo ser feliz con mis amigos,
cuando vengan.

Puedo ser feliz con mis viejos,
cuando vuelvan.

Pero ya no puedo ser feliz con mi perrita.



Pero sí puedo ser feliz sin ella.

:)



lunes, 9 de septiembre de 2013

[Intitulable aun]


Argolluda hija de perra,

angurrienta puta en celo,
mal parida fosa hambrienta,
pervertida bruja sin vuelo.

Hoy te odio y te echo mierdas:
si te acercas, te reviento.
Y te juego a lo que quieras, 
que en eso te dejo el aliento.

Hoy acabo con tu vida
que es la Humanidad vencida
y nuestras armas en el suelo.

Y no perdono tu demencia,
porque el viento fue su presencia
y hoy la lluvia es mi duelo.



martes, 3 de septiembre de 2013

El Gris


Amarillo es movimiento,
es un salto y una cimba;
es el nombre y fuego del Sol,
es su luz la que ilumina.

El Gris se siente parado:
no calienta,
y no brilla.


Azul cautiva y transporta,
te sumerge, profundiza.
Inunda de pensamiento,
y revela porque inspira.

El Gris te mira sentado,
no se enciende,
no se excita.


El Verde llena de aire
pisa tierra, va para arriba.
Se aferra, se toma, se prende,
cuelga, fluye y respira.

El Gris está quietecito:
no se esparce,
no se anima.


La Violeta es cremosa,
es sinuosa ¡y cómo brilla!
Ella es fuerte y misteriosa,
tiene azul y rojo Vida.

Pobre Gris, está congelado:
no se mueve
y no vibra.


...


El gris no es el blanco, 
el gris no es el negro,
el gris no es la taza
y tampoco el agujero.
Lo que sabe el gris es dudar,
pero siempre se queda en el pero...



viernes, 30 de agosto de 2013

Humito (El Nahual)



Bien, ¿usted en qué lugar nació?

Bien.

¿Y ese país queda en un continente que se llama…?

Bien.

¿Y ese continente fue “descubierto” e  invadido por quiénes?

Bien

¿Y los invadidos, quiénes eran?

Bien.

¿Y esos invadidos tenían un medio natural de conocimiento y trascendencia que son las…?

Bien.

Y la filosofía y la cosmovisión sostenida por los castigos, la moralidad y la culpa, llegó a estas tierras junto a los caballos y la pólvora ¿cuándo?

Bien.


Bien, sigamos.


sábado, 10 de agosto de 2013

El espanto. (¿Soneto?)


Habría dos cadáveres amándose en esta fosa,
rodaría el Ecuador, dotado en movilidad.
guardarían todo el éter en el árbol de una copa,
nadarían unas rocas vueltas agua por el mar.

Habría un Sol que de un algo sale:
un algo, un horizonte doblado y vertical.
Corrieran uñas y pelo en las venas, por la sangre,
viajarían por el tiempo, sin espacio, sin atrás.

Irían al cielo volando, flotando todos los hombres.
Cada mujer habría dotado al padre de vida y nombre.
Sería una y venderían -en la tienda- la Verdad.

Fuera duro y crujiente el sueño,
fuera planta nuclear el beleño,
sin aquel espanto absurdo de la Imposibilidad.


martes, 6 de agosto de 2013

Sesha

¿Escribimos una canción?
¡Cantemos murga, murguera!
Una samba, una chacarera,
un cuarteto, una galopera,
una salsa en Cuba, un son,
una cuerdita Tangombera;

un guarachón vuelacenizas,
con fuego nuevo y leña ranchera;
sobre el polvo una estampida
y una bomba bagunceira.


Y el amor va a ser como es,
y la historia va a ser lo que era.



viernes, 2 de agosto de 2013

BWM


- Entonces Ba Wim, ¿por qué estás en El Camino?

- Para aprender, Gran Maestro.

- ¿Para qué quieres aprender?

- Para ser un hombre sabio.

- ¿Y para qué quieres ser un hombre sabio, Ba Wim?

- Para conocer todas las respuestas, Gran Maestro.

- ¿Para qué, Ba Wim?





- Gran Maestro, acaba usted de alargarme El Camino.


martes, 23 de julio de 2013

Sábado.


Silencio. Todo es silencio. El auto es silencio. El trueno es silencio. La perra es silencio. El dolor es silencio.

Aprieto tus hombros, como si quisiera juntarlos. Presiono la gotita de tu oreja entre mis labios, respirándole, sin mojarla. Amaso la piel sobre tus costillas y mi cara se derrama encima mientras huelo tu espalda. Mi nariz se tuerce, se dobla tratando de avanzar mientras despeja el pelo a un lado de tu cara. Mis rodillas se agitan contra el costado de afuera de tu pierna blanca y mi respiración pregunta qué, cómo, qué, qué, cómo, cómo, cómo, qué.

Y yo pienso, me digo, me repito. Me digo, me repito y pienso “ojalá pudiera entrar en tu cuerpo para que entiendas cómo de verdad te amo”.