martes, 28 de agosto de 2007

La Gasistoria


Amigos del blog de Rulo, a los que todavía no la conocen les presento la Gasistoria, un relato verídico protagonizado por quien les tipea. Lo que les muestro es un extracto de un chat con mi amigo Edu Roldán, quien ofició de Antonio Carrizo junto a este Contra-Buenascostumbres ...

(...)
eduS dice: dale tirame

Rulo dice:
bueh. rosario, año 2003/2004. temporada de invierno. frío, soledad, humedad, galletita variedad. camino desde la casa de mi abuela, zona oeste, barrio godoy. hacia la universidad, avenida pellegrini, world trade center rosarigazino. desde el old west de las zanjas abiertas y los perros de tres patas. hacia la cheta universidad con un parripollo al flanco este... este cuerpito, este redactor que les habla. habitaba la unidad 37 de la línea 123, línea de transporte urbano público que conecta la bienamada zona oeste con el centro y otros lados que no sé... porque siempre me bajaba cerca de la facu. bueh, este cuerpito decía. compartía la unidad con otros tantos ocasionales compañeros de viaje. desconocidos, anónimos a mis ojos. pero unidos contra el frío, contra el implacable pasamanos metálico. que friamente hería los huesos. y atacabala piel... y este, nuestro protagonista, en esas andaba... (eduS dice: zzzzz zzzzz zzz). parado, rodeado de sus bienapreciados congéneres. hasta que suelta un denso, calentito y maloliente gas. (eduS dice: y?). muy muy malo, hiriente. y caliente. y bueno, el destino quiso que un momento que pudo ser trágico. de agitación social y protesta colectiva. se convirtiera en un día inolvidable. consagratorio. que marcara para siempre el destino de este redactor ventilador. porque, se alinearon los astros. guiando la sapiencia y el habla de una de las ocasionales compañeras de transporte. quien, con gesto oscuro, ceño fruncido y voz tomada por el frío, dijera... en voz alta y ciertamente quejosa, abierta a la colectividad del colectivo. "mierda que se cagan lindo, eh". y fui feliz, muy feliz. fin. (llanto). lloro. (eduS dice: jajajajajaa)

Epílogo 1.
ese soy yo. y es mi corazon abierto. el que te habló. (eduS dice: fantastico.. fabuloso... extraordinario!). y es el orgullo de mi vida el que te ha contado. clap-clapeá tranquilo.(eduS dice: es lo mas sensible de tu persona no?). totalmente, es el alimento diario de mi ego. ese día empecé a ser un completo fanfarrón. descarado y soberbio, sabiondo de mis dotes y potencialidades. (eduS dice: eso si es el lado oscuro del alma) y lo digo sin un mínimo dejo de falsa o real modestia.

Epílogo 2.
eduS dice: es algo épico... romántico si se quiere
Rulo dice: y pédico
eduS dice: además...

miércoles, 22 de agosto de 2007

Paranori

(divague de un divague en http://www.noravega.blogspot.com/)


Y que viva sí el momento:
¡arriba la inspiración!
Haz de garabatos canción.
De los quedos, siempre intentos.
Y a estos años, atentos.
Si a la creatividad va la intención,
cada bostezo será canción.
Cada guión será Memento.

Sí al arte y la pintura:
pincelá ese algo increíble.
Nada sea ya reducible,
ni desecho ni basura.
Si increíble es cordura
y opciones son elección,
al camino darle acción
y a encuadrarle la moldura.

Y las formas de tomar algo
que a otras formas hagan cambiar:
la esencia no ha de variar
aunque Lassie se haga galgo.

martes, 14 de agosto de 2007

El paciente está clínicamente apto…


Primero me comí las uñas. Las diez. Dos hasta sangrar. Después la carnecita que sobresale junto al vacío de la uña recién cortada. Después los padrastros, de donde sangraron unas cuantas gotas más. Me mordí los labios, me arranqué las cejas, me apreté todos los puntos posibles en cara y cuello, y me rasqué la barba hasta el aburrimiento.

Y el tipo salió al pasillo y, con un ritmo insoportablemente parsimonioso para mi ansiedad, arrimó la puerta, se frotó las manos, suspiró mascando chicle con mucha cara de médico y dijo:

- El paciente está clínicamente apto…

Ni siquiera puedo decir que no lo creí. Ante tanta ansiedad estampada de plano frente a semejante lavada de manos, simplemente no lo entendí:

- ¿Qué?

Con una serenidad imposible de contagiar, entró en detalles. Sin abandonar el tono clínico, explicó:

- No hay síntomas importantes, los valores son normales… Nada de qué preocuparse. Puede llevárselo a casa, todo está bien…

Y eso es lo que vuelve a enfermar cuando uno más enfermo se siente. Esa incomprensión, esa ceguera, esa insensibilidad del tipo que no ve más allá de la carne. El rigor concreto del estetoscopio. La oculta presión que el tensiómetro no ve.

Sin poder levantar la mirada clavada en el piso, esquivé la dura cientificidad del médico y crucé el umbral, que aun conservaba el frío que él mismo le había impregnado al atravesarlo antes.

Mi compañero seguía en la camilla con el mismo gesto y semblante con el que llegamos. Claro, no había motivo para aliviarlo. No había diagnóstico que lo fuera a convencer a él, que ya no escuchaba nada. “No hay síntomas…”

Vencido, lo levanté de la camilla. Me lo puse en el pecho. Conecté las venas. Cerré la herida. Y me fui a casa.

.

viernes, 3 de agosto de 2007

PARHAWAII. The lateral paradise.


Hola chicos! Vuelvo por un post a mi formato con unas líneas de introducción.
A los que me leen desde afuera (y a los que están en Paraguay pero son colgados) les cuento algunas cosas de Paraguay. Algunas cosas bastante particulares…
Si alguno tiene alguna más, que la haga comment. Saben loo!


Cosas bizarras que sólo puedieron pasarme acá.

1. Ver una muestra de arte en la que hay una previa donde el artista explica cómo es la obra y qué quiso decir con ella, además de dar unas indicaciones para observarla correctamente.

2. Que un vendedor ambulante y maricota me acose y me acaricie las manos (después de tocarme las bolas, vale la aclaración).

3. Que en una peña futbolera, otro balazo lidere los cantitos de la hinchada, acompañando sus cantos con pasitos de baile cachaquero.

4. Ver árboles en el medio de la calle (no en la vereda: en la calle, así como suena). Algunos incluso tienen canteros.

5. Que un brasuca que no-habla-español (de español fluido ni hablar) sea… locutor de radio!

6. Esta es buenísima, por eso queda para el final. No es tan exclusivamente paraguaya pero me pasó acá: encontrar un pelo en una ensalada. Es peor aún: el pelo era de unos tres centímetros de largo, tamaño en el que se llegaban a apreciar la raíz y la punta. Es peor todavía: la cocinera era mujer, por lo que el pelo no era de barba ni axila.**


Estas cosas me vi acá. En un lugar casi irreal de tan loco...
Japiro Ibiza mba´e pio pea la Vegaskuéra terehona emano mba´e primer mundope…


** Me felicito por haber evadido satisfactoriamente en en punto 6 el uso del vocablo “concha”.

miércoles, 1 de agosto de 2007

The Doooooooooors


Suspiré por última vez y cerré los ojos. Las placas de acero se deslizaron impecables y pasivas frente a mí, separándose y dándome paso. Un amplio y profundo pasillo se apareció ante mi vista, muy iluminado y con el piso reluciente. Doy un paso adelante y sólo empiezo a ver puertas. Puertas, puertas, puertas. Miles de puertas. Pasillos, esquinas, recodos y más puertas.

La iluminación perfecta e imponente. Muchas ventanas por las que entraba otro tanto de luz muy blanca. Conductos de aire que mantenían una atmósfera fresca. Todo tenía un tinte ideal, un color claro de pasividad y calma. Excepto las puertas.

Me perdían. Me sorprendían en cada giro. Me apuraban. Me llevaban a nada. Puerta, pasillo, puerta. Sonidos de puertas. Carteles indiciadores de puertas. Puertas y más puertas.

¿Señor, sabe dónde q--? Disculpe, señorit--. Nadie sabía. Nadie miraba. Nadie nada, todos seguían.

Y seguí para adelante, pasando puertas mientras algo me hacía ruido en las tripas. El tiempo pasaba entre un tic tac de picaportes y bisagras. Atravesando umbrales que no terminaban de quedar atrás por todos los que les continuaban hacia adelante.

Después del enésimo respiro, volví a atravesar un nuevo tramo de este camino disperso. Me rendí. Paré.

Cabizbajo, crucé los brazos sobre la panza y me dije: “Ya fue, este shopping es un quilombo. Me voy a cagar a casa”.

.

martes, 24 de julio de 2007

La mesa de las rimas


Martes. Hoy vuelven a juntarse los caballeros de la mesa de las rimas, en El Bar de la Paloma. Son cuatro tipos entrados en años y algunos dirían que ya tienen sus vidas hechas, sus familias formadas y sus raíces echadas. Pero más bien se diría que esas cosas les faltan y, cada martes, ese y otros temas alimentan las líneas de la mesa de las rimas del Bar de la Paloma.

Es bien curiosa la charla que llevan estos viejos muchachos en sus noches de copas. Los visitantes del lugar suelen voltearse y reacomodarse en sus sillas para oírlos con un disimulo generalmente muy poco disimulado. Todos preguntan sobre estos tipos raros, a veces susurrantes, más tarde risueños, recostados hacia el fondo del bar. Todos quieren saberlo y vuelven a preguntar: ¿por qué hablan así?

No importa por qué. Lo cierto es que estos cuatro hombres de copas también son hombres de letras y de sombras. Y como cualquier hombre que arrastra consigo algún pesar pasado y añejo, han visto despertar en ellos el suspiro de la poesía como la salida de emergencia al dolor. De cualquier manera, no es la tristeza de sus versos lo que más habla de ellos. De tanto vivir de la poesía, simplemente y sin distinción de ocasión, los tipos hablan así. Y ahí están, en su mesa de los martes. La mesa de las rimas del Bar de la Paloma.

Rubén es el viejo cabrón sentado en el lado más lejano a la puerta. El de las cejas tupidas que, juntándose al medio, le arrugan la frente y le oscurecen la mirada. Es del vino. No es el amigo del vino que es el viejo Octavio: es un tomador de vinos a tragos largos, un vaciador de copas de esos que hablan respirando por la boca y gruñen hasta cuando muestran satisfacción. Después de la primera pasada del mozo, el viejo Rubén dijo

Este vino está caliente.
La botella, vieja y sucia.
Pa´ venderlo, el hijoputa
guardará un tonel de astucia…

Don Esteban se caracteriza por su amabilidad. Es un tipo caballero y muy educado sobre todas las cosas. Un tipo de cara redonda y blanca, mirada franca y una sonrisa permanente e invisible dibujada sobre un rostro a todos familiar. Tratando de suavizar la grosería de Rubén, aunque sin querer oponérsele, dijo

Amigo mío mesero, mi compañero no está entero.
No ha tenido un buen día y lo turba el nervio en un velo…
Si no es molestia pediría que me salude al cocinero
y me acerque una copa más con un poquitito de hielo...

Rubén escupió unas últimas líneas contra la mesa, dando por concluida la cosa:

La burrada del meta-hielo
pa´ salvar vinos cabrones,
más que de hombres caballeros
lo será de maricones…

Don Esteban miró al viejo Octavio, quien devolviéndole la encogida de hombros, se alejó del tema para deshacerse en elogios al Pinot que apenas estaba oliendo:

Fijate la burbujita que hace cuando se cae.
Envuelve un chiquito el aroma que va a contarme su edad.
Va soltando el airecito y empieza a mostrarme el gusto.
Ya imagino ese redondo suavecito en el paladar…

Enamorado de su copa, la volvió a mirar y la siguió olfateando con la nariz bien adentro, como quien persigue la huella de un recuerdo que no termina de reconstruir.

Ernesto es de esos tipos que no terminan de cuadrar con el grupo del que forman parte. Son sus modales, su forma de vestir o simplemente la forma de habitar esa mesa, diferente a la de los demás, lo que lo hace ver un tanto fuera del circuito. Y tiene una particularidad: por no decir que es un poco falto de palabras e ingenio improvisador, construye unos versos de rimas y métricas bastante poco usuales. Lo cual, en definitiva, es una excepción a su presencia, ya que es un hombre más bien callado. Asiente más de lo que dice. No obstante, le llegó el turno de hacer su pedido y le dijo al mozo

Buenas noches amigazo
voy a pedirle un jugo de vaso.
Es que mañana me levantaré temprano:
tengo que hacer unas compras… muy temprano.

Y pasó la noche del martes entre copas y versos. Como todos los martes en el Bar de La Paloma, se habló de fútbol, de política, de mujeres, de los problemas del mundo y de la solución de todos esos problemas. Y como siempre, todo tema sobre el que se habló se verseó. Esa es la especialidad de los tipos…

Esa noche, que fue particularmente breve, empezó a terminar con la despedida de Ernesto. Después de masticarla un ratito, soltó:

Como dije, mañana amaneciendo
me he de levantar.
Así que me voy retirando
para salir y también…
los voy a saludar.

Entonces todos se levantaron y al instante empezó un cruce de saludos sin fin entre los hombres de rimas, que se despidieron hasta la semana siguiente mientras se encaminaban hacia la calle.

Che, nos vemos el lunes,
a ver si mejora el vino…

Que tengan buena semana, agarro por este camino.
lamento no acompañarles, disculpen el egoísmo…

Andá nomás pelotudo,
no te calientes por estos tilingos…

Me voy camino a la luna a soñar con el Pinot,
en una semana volveremos, y a brindar con don Merlot…

Un gusto verlos de nuevo. El martes volvemos al rito
de juntarnos a la mesa a compartir el dulce vinito…

Chau amigos de letras,
disfruté mucho viéndoles…
A esta hora ya se termina el martes
y justito también… ya empieza el miércoles.

Ya me duermo en el sendero y camino hacia mis sueños
queriendo sean realidades, queriendo serles el dueño…

Y ahí se van los poetas de El Bar de la Paloma, arrastrando versos por las veredas que los van a volver a juntar en siete días. En otro martes de vino y bar... El único día que justificará el paso de una nueva semana de letras eternas.

jueves, 19 de julio de 2007

Estoy en mis días…


Un día como hoy, pero de este mismo año, no entiendo algunas cosas. Me quiero cortar un poco las bolas, pero a los problemas hay que ponerles huevo. Mejor me los dejo puestos.

Me acuerdo de viejas formas de actuar, al mismo tiempo que me lamento por ciertas viejas estructuras, con las que necesito aprender a convivir tanto como necesito despegarme de ellas.

Un día como hoy quizás sea como hace una semana, donde tenía seguridad de cuál era mi lugar. Pero siento que mi quintita se agrietó, se fracturó o desapareció por mil partes. Y no sé si quiero patear tanto para volver a tenerla.

Un día después de tanto ooooooleee me ensarté una vez contra la pared. Pegó fuerte y me dejó zumbando. Y me doy cuenta de que necesito ser lo suficientemente vivo para tener el mate entero y poder seguir. Así que la próxima voy a entrar despacito para tratar de que no se rompa.

Un día como hoy me tengo que callar la boca. Mañana, pasado y los que vengan también.


Un día como hoy, que ya es otro, retomé este texto con un desgano importante y repetido. Aunque con menos rollo que el día anterior...

Así que hoy voy a decir que nada me calienta tanto, y que se hagan dar bien dados todos los que necesiten. Y que voy a seguir boqueando, voy a poner huevo si quiero y voy a arriesgarlos cuando tenga ganas de hacerlo. Y cuando quiera me hago lugar y cuando quiera salto la puta pared y me escapo. Porque me la banco. Si me la quiero bancar, ¿tá?


lunes, 9 de julio de 2007


No por ser pensantes quedará objeto sin pensar.
No por ser trabajadores trabajaremos siempre.
No por ser parlantes hablaremos incansablemente.
Ni por ser humanos erraremos constantemente.

No por ser ambiciosos quedará aldea sin gobernar.
No por ser curiosos no dejaremos de preguntar.
No por ser racionales racionaremos sentimientos.
Ni por ser sentimental vas a sentir mi razonamiento.

No por ser buenos llegaremos a ser santos.
No por ser malos veremos caer más llanto.
No por ser constantes borraremos cicatrices.
Ni por ser poco compadres dormiremos infelices.

No por perdonar a uno jamás seremos divinos.
No por curar la tos llegaremos a otorrinos.
No por estar tan frescos mutaremos en pepinos.
Ni por más grosso que seas llegarás a un ajjjjentíiiiino!


Broken and Felt Down


Esta mañana rompí la cruz. Pensé rápido, quizás actué apresuradamente. O pensé en otras cosas y la rompí.
Y me colgué con las cosas que quizás despedazaba quebrando esa cruz pequeña. ¿Qué cosas se habrán ido a la basura con ese pedazo de símbolo?

Siempre colgada ahí, cerca de mí... Era un elemento más de mi lugar. Un elemento más y nada más. De mi lugar, nada menos. Era de ese tipo de cosas que significan cuando faltan y que, cuando no están, demuestran esa extraña y contradictoria omnipresencia imperceptible. Que iluminan esa vacuidad de la cosa que no se veía. Y que sin destacar, marca.

Pero esta sensación fue aun un poco más lejos. No la perdí: la destruí. La descarté y la hice desaparecer. Para que me marcara siempre y a cada paso por venir. Pienso en un aborto. En ese momento, difícil de dimensionar, en que se capa una vida que uno cree propia. Que uno manipula a inconciencia, justamente por considerarla como cosa suya. Como cosa de hombre, cuando es cosa de Dios.

Y, aunque nada de esto entiendo ni sé qué significa, todavía siento una imperiosa necesidad de saber cuántas nuevas cruces voy a cargarme encima por haberla destruido. O si esas condenas sólo estaban suspendidas marcándome desde mi arriba. Y de repente cayeron. Cuando la hice caer.

viernes, 6 de julio de 2007

Un garrón en el teléfono


Anoche llamé a Susana,
rogando lamer su pasión.
Me consoló ofreciéndome ayuda
para el Juego del Millón.

Ayer te llamé, Susana
atendiste al cuarto intento.
Sorprendida alardeaste:
“llama Rulo! Qué momentooo!!!”

Anoche le hablé a Susana.
Bien claro, conciso y directo,
le dije “¿Me amas, Susana?”;
Ella respondió “coorrectoooo!!”

Ayer me llamó Susana,
yo miraba viejos videos.
Me dijo que le mande un sobre
con etiquetas de fideos.

Ayer la llamé a Susana,
mientras miraba Canal á
Con profundo arte me dijo
“¿La SU la SA o la NA?”

Anoche celé a Susana:
su rating fue mi termómetro.
Aplacándome me dijo
“Ganaste un cero kilómetro!”

Ayer apuré a Susana,
Le pedí sexo y pasión
fue su frase sugestiva:
“¿Vas a hundirme el Galeón?”

Ayer hablé con Susana.
Preguntó por mi tía Marta
y después del chusmerío
deliró: “mandá más cartas!”.

Ayer la llamé al celu
su ringtone, muy expresivo,
rugía con gritos salvajes
¡de un dinosaurio vivo!

Ayer hablé con Susana.
Me confundió con un fulano
y me ofreció una luca verde
por bailar con los Susanos

Ayer jadeó Susana
(hablaba desde el camarín),
jadeante, meta matraca
con Monzón, Calvo y Darín.

Ayer me atendió Susana
y me dijo “Hola Ruli,
tengo lío con la demanda
al maldito Maestruli”

Ayer le dije a Susana:
“Estoy mal loca, viste”
Me dijo no “te hagas drama,
ni te pierdas el Show del Chiste”.

Ayer me cansó Susana:
harto de su banalidad,
le grité “tus brillos y bótox
no son mi felicidad”.

Susana conchuda y puta:
quiero ya que cambies el tono,
y cuando te pele el matambre
grites fuerte “me lo comooooo!”.

viernes, 29 de junio de 2007

Yo te vi


Esto me pasó anoche. A la madrugada, mientras esperaba el colectivo para venir a Asunción.

Antes de contar la cosa en concreto, intentaré compartir con ustedes una cantidad de sensaciones raras que experimenté en el lugar…

Hacía frío. Lo suficiente como para mantenerme inquieto, dando vueltas a un lado de la ruta para no enfriarme. Esa inquietud de cuerpo, por alguna razón se me metió en la cabeza, o en el pecho, y me puso intranquilo. Habían pasado las 2 de la mañana de un lunes y había muy poco movimiento en esa zona, a 200 kilómetros de la frontera. De vez en cuando algún tipo pasaba pedaleando o manejando una motito en dirección a unos barrios alejados de por ahí.

Ahí comienza a darse esta serie de cosas. Empiezo observando a la gente que pasaba frente a mí. Todas las caras eran negras. Las pieles negras. Algo que me resultó aun más curioso: la gente no tenía rasgos africanos, no era de raza negra. Era la gente normal del lugar, eran criollos. Sólo su color era otro. Y además llevaban intimidantes sonrisas raras, con dientes tan luminosos como sus miradas.

Finalmente todos pasaron. Miraron (me miraron fijamente no menos de cinco) y pasaron. Algunos incluso dando rodeos y volviendo a pasar luego de parar no sé donde.

Alternando con estos personajes, varios autos también aportaron lo suyo a mi cabeza fuertemente sugestionada a esta altura. Remises que paraban, hacían señales de luces con extrañas secuencias, choferes que hablaban brevemente por radio sin dejar de mirarme.

Después, los perros. Mierda, esto ya tuvo un excesivo matiz de confirmación a mi efervescente manía persecutoria. Los perritos, los buenos perros de la calle. Mis silenciosos compañeros de calle, de caminatas en las noches de tantas ciudades… Cualquiera sea su rumbo y ritmo de paso, todos y en cualquier dirección, se tomaban un sereno respiro para observarme con la cabeza agachada y los ojos bien abiertos. Incluso algunos que pasaban solos observándome, al instante estaban junto a otros, como husmeando entre olfateos y volviéndome a mirar.

Hasta aquí el preámbulo. Después, llegó el Diablo.

Empecé a sentir su presencia por un leve zumbido. Como un rugido contenido vibrando en un pecho henchido. Y todo después transformado en el chillido hiriente de algún ave oscura y dolida.

Me desconcertó que me fuera imposible identificar de dónde venía el sonido. No venía de algún lugar en particular, aun de ninguno de los cuatro costados. Miré hacia arriba. Nada, lo mismo. Abajo, al suelo. Venía tanto de lejos como desde mi propia cabeza, resonando en mis oídos.

Un momento después, una piara de sombras negras comenzó a rodear el lugar. Decenas de manchas oscuras se arrastraron por el piso, por las pocas paredes que había a mi alrededor, sobre otras tantas más lejos de mí y hasta flotando en el aire que corría gélido. Sólo manchas negras. Horribles, arrastradas, densas. Como aceitosas...

El frío aumentó repentinamente, al tiempo que un viento arremolinado fuera generado por el giro de todo lo que había a mi alrededor. Todo lo que me rodeaba comenzó a girar en torno a mí, provocando un viento muerto. A veces seco, a veces duro, siempre molesto y helado.

En medio de ese vértigo, el frío del aire comenzó a chocar con violencia contra el calor de mi cuerpo ya agitado. El corazón me latía descolocado y a destiempo. Las manos se retorcían sin encontrar algo de que agarrarse. A nada podía aferrarme. Ni a otra mano ni a una cuerda. Ni a seguir vivo.

Comencé a rezar. Intenté mirar al cielo, queriendo rogar protección. Simplemente, el cielo no estaba. Nada se veía aparte de las sombras. El colectivo no llegaba. Aun buscaba alguna salvación mundana, concreta e inmediata. Nada…

Después hay sólo una cinta negra: en algún momento sufrí un vacío en la memoria. Una ceguera temporaria de la cual no me queda un solo registro. Una falta total de sentidos que acabó recién al bajar del colectivo, ya pisando otro país.

De esa nebulosa confusa y atemporal recuerdo sólo una cosa. Una voz de hielo me maldijo lanzándome una condena certera y tajante, que me pesa hasta esta misma línea. Sólo dijo “jamás podrás contar el fin de esta historia”.

viernes, 15 de junio de 2007

Sixty/Sixty


Ya no hay más tiempo. Todo se termina.
Pero ahora te doy un minuto.

Un minuto para decir lo que te pasó.
Y no tener que decir más adelante que se te pasó sin haberlo dicho.

Un minuto para decidir quedarte. O huir desesperado.

Un minuto más para estar con ellos.
Un minuto para abrazar a los perros.

Un minuto de imágenes guardadas,
de flashes tomados de la calle que van a quedar en tu cabeza.

Un minuto para desperezarte, tocarte la nariz y cantar.
Mandar un beso por mail y un abrazo por messenger.

Un minuto para darlos en serio, en tiempo, forma, carne y hueso.

Un minuto para oler la comida de ahora y acordarte de la de antes.

Un minuto para llegar un poquito tarde y divagarme y excusarte.
Y que yo no te crea nada porque hago lo mismo siempre.

Un minuto para hacer la moonwalk y caminar hacia adelante
como se te cante el huevo.

Un minuto para escuchar canciones viejas y chotas.
Menos las de Montecarlo. Y pido perdón por lo facho.

Un minuto para hacer algo por tus ideas.
Y no putear después porque lo hizo otro y vos ni ahí.

Un minuto para mandarme al carajo.
Para que deje de decirte qué hacer con tu tiempo.


Pero todo se acaba y ya no queda nada. Ni un segundo.

Como hace más de doscientas palabras. Cuando te dije que todo se terminaba. Pero ahora te doy un minuto.

jueves, 7 de junio de 2007

Regalá una canción


¿Qué onda muchachos? La salida de hoy es cualquiera. Pero ya da ya...
La onda tiene que ver con un tipo de regalo que he recibido y hecho muchas veces. Y creo que es uno de los mejores presentes que se puede dar… Estos son los míos.


Mis canciones recibidas

de Nati, Duerme, Samba y acuarela y Mientras bailas
de Maxi, Whiskey in the jar
de Carmi, Girl from Ipanema y The way you look tonight
de David, Despedazado por mil partes
de la Pani, Y todavía te quiero
de Pani, Oleo de una mujer con sombrero y Libertango
de Cacha, Solo
de Gauayacán, Confidencia (tú no sabes amiga),
de Carlitos, Romance del domador y Cuando miran tus ojos
de Kari, Octavo día
del Pela, Tool
de Markos, Alive
de Mauro, Volaré y El Soldado
de Marian, Nightwish y Gurú
de Barba!, Puente
de Grey, Bombón asesino!!
del Mendia, Another brick in te wall (el video)
de Edu, Lithium, Teen spirit, Territorial pissing y 2 minutos
de Maripa, Revolvió
de Ana Paula loca, la de la cachaquera boliviana


Mis canciones regaladas
A Nati, Cuida mi alma
al Gordo, “Hay una mina que me gusta… es una princesa maya” (todavía te debo el disco)
a Nikita, CR!
a Maripa, Ella
al Clásico, Vudú y Libertango
al Mendia, Cerati, Cabezones, Kapanga…
a Miki!, Zombie
a Lau, Nos sobran los motivos (el recitado)
a mi abuela (y de mi abuela, y robado encima), los temas del viejo Castillo
a Valdinho, Intoxicados (hasta que se cansó, je)
a Rocío, El sueño de la gitana
a Folencia, Noches de boda (con Chavela Vargas)
a Robinho, Espina

Si han regalado o recibido canciones que han significado algo, taría bueno que cuenten de o a quién fue el regalo y qué significó. Si no han recibido, regalado ni calentádose por el tema, voten qué prenda de San Juan quieren que haga y pasaré en breve a satisfacer sus fantasías misticopaganas a domicilio...

jueves, 31 de mayo de 2007

Essi Dobradu


Hola señora…
Se me ocurrió escribir esto mientras intentaba cocinar algo parecido a una sopa. Creo que está inspirado en viejas luchas de amigos que sufrieron y supieron irse.

Puede que este gómito sea todavía la lucha de algunos. Y la cadena de otros...



Me dobla.

Tu presión me dobla. Tu fricción me dobla. Tu asfixia me dobla.
Mi sudor. Mi agonía. Tu tenacidad y la piedad dormida.

Aguanté tu pie contra mi torso y tus uñas desgarrando mis sienes. Gimiendo en el silencio de mi serenidad.

Y no pude más.

Y me doblo. Y me doblan.

Tus ojos, ese grito espantoso de la boca maldita y la risa podrida. Y me caí.

Y como un clavo torcido, mi cuerpo todo se enterró en el piso. Puedo ver el ras del suelo arañando la punta de mi nariz, mientras el pelo me anuda los dedos de los pies y mi garganta vibra entre los tobillos. Y el culo se me entumece con el frío tornillo del piso.

Y el pecho ni se me infla, retorcido entre mis muslos y una columna de partes tensas y a la vez trémulas.

Me dobla. Y me doblás. Y tengo ganas de llorar.

Y la humedad del llanto me cala con frío en los huesos, que se van a romper. Se van a volver a doblar y ya no dan más.

Pero será sólo hasta que vuelva a salir.

Con mi cuerpo en dos.

Doblado de fuerza. Con el doble de ganas y con dos veces más voluntad.

lunes, 28 de mayo de 2007

Retrotrack 2.


Hola chico! Hace un poco más de un año me venía a trabajar a Paraguay. Y etonces me preguntaba cosas sobre el futuro y el laburo. Como ahora. Y escribía y guardaba. Como ahora.
Y no laburaba tanto (como ahora).

Y escribía cosas como poesías. Nada más que sin métrica y sin rima... La vanguardia es así.


A donde vas?

Te invito a mi futuro.
Al estreno de mi alma.
La inauguración de mi porvenir.

Vamos.
Entremos afuera.
Salgamos hacia nosotros.
Transitame mientras recorro tu pasado.

Casi completo el circuito que empieza en tus manos.
Termina en tu alma.
Casi no empiezo y casi termino.
Y casi conozco toda la geografía.

No creo que haya un camino.
Hay cientos de miles.
Hay uno.
Quizás no haya ninguno, ni lleve a nada.



Las ideas.

Las ideas se mueven, tienen peso.
Siento su inercia rondando mi cabeza.
Cuando salen, apenas discurren.
Casi nunca explotan.

No me rompen el cráneo.
Amaría una idea que me haga sonreír.
Una idea que me destroce
también es digna de mi admiración.

Es lindo recordar sentimientos fuertes.
Y profundos.
Es intenso recordar terribles sufrimientos.
Nos recuerdan lo bien que estamos.

Agradezcamos a Dios por todo eso.



aDios

Yo siento a Dios cerca.
Pero me siento indigno.
Una fuerza me acompaña.
Creo que me escucha.

Yo, sin embargo, no.
Parece que no escuchara sus mandatos.
Sólo disfruto de su compañía.
Maldito usurero. Ciego. Humano.

¿Dios regala? ¿Dios Castiga?
¿Que espera de mi?
No creo que pueda cumplir con él.
Pero siento su presencia.

¿Por qué está a mi lado?
Yo no debería estarlo.
¿Quién merece? ¿Quién sabe?
Yo no creo. Yo creo que no.



Guardo en Words

Salen las palabas.
Lejos de las ideas.
Independientes, con propia vida.
No importa que dicen
Son palabras.
Viven. Mutan. Fluyen. Nombran.
Banana, Purina, Cielo, Juego,
Entrecejo, Pelo, Confeso y Miedo.
Se escriben con mayúscula.
Son personas.
Tan grandes como las personas.
Son más nobles. Son inmortales.
De ellas vivimos. Ellas nos sobreviven.
Son las amas del universo.



Rima.

El cielo de la mea,
zumba vela perea.
Escucha canto talante
Álamo, aljibe, estanque.

Casita, fueguito, tierra,
Espada cuelga marea.
Vive, envuelve, pajarito
causa y efecto, prurito.

Magia, galaxia, ultranza.
Manada humana: Esperanza.
Inmensidad, cielo, hierro.
Demonios, el tiempo. Recelo.



Fuera.

¿Existe desterrarse?
Uno habita un lugar en el mundo,
o uno es mundo en busca de un lugar que habitar?
Mis cosas van conmigo. Ninguna se queda.

Se quedan las personas que viven en mí.
Van conmigo aunque sigan allá.
Uno nunca está lejos de ellos.
Como no se puede estar lejos de uno mismo.

De pronto te falta algo adentro.
¿La patria? ¿La gente? ¿El dulce de leche?
Los recuerdos de esas experiencias viajan conmigo.
Mi gente está en mi valija.

A dónde volver.
Dónde es nuestro allá.
Hasta cuándo es acá.
Voy o en realidad estoy volviendo.

Me pregunto mientras ando...

sábado, 12 de mayo de 2007

Cuando yo era un niño...


Hola amigos que han pasado alguna vez por aquí, y otras de largo hacia allá. Lo que estoy colgando ahora de este mi enrulado espacio digital son unos textos que escribí cuando estaba en la universidad.

Gracias a la genia y hermosa persona que es Imelda Ferrero y al profe Mauricio Mayol. Con ellos medio me di cuenta de que podía ser redactor... (cualquier queja o reclamo, a ellos).



El día de la O.

Siempre fui un personaje conflictivo. Mis grupos me ahogaban. Mis pares fantaseaban con el hedor de mi sangre fresca. Yo a la defensiva, agazapado. Expectante.

Esa mañana calurosa exageraba el desorden de mi pelo siempre largo. "Parece una montaña de pasto" decía mi viejo.

Llegaba al colegio con el gesto desinteresado y el desgano de siempre. Pero ese día no era como cualquier otro. El rigor de la asistencia obligatoria me empujó al festejo del día del estudiante.

Todos estaban exaltados, desarreglados. Transpirados, desaliñados y eufóricos. Desencajados de sí mismos, lejos del alcance de la autoridad.

Y llegó Omar. El grandote de Omar. Nos miramos fijos desde lejos. Gesticulé y respondió. El intercambio se hizo más intenso. Palabras y más señas.

Pasó cruzando la improvisada cancha de fútbol. El polvo en el ambiente acentuaba cierto aire fantasmagórico en su andar. Su aspecto feroz se hizo evidente ante los ojos del cuerpo de preceptores a esa altura alarmados. No pudieron detenerlo...

Lo demás lo olvidé.



Otra página.
Sólo cuando escribo, creo, puedo ser otras personas. O cosas. O ponerme en otras situaciones. Alguna gente tiene una capacidad llamativa de ponerse una investidura y actuar de forma extraña. A mí me pasa sólo escribiendo.
Cuando escribo me la mando. Debe ser sólo ordenar cosas que en mi cabeza están totalmente perdidas, inútiles, erráticas y desvariantes. Parece que recién ahí las puedo conocer.
No sé qué digo cuando escribo. Seguramente solo hablo de mí. El ego puede ser el que me carga el cartucho.



Yo no sé, yo no vi, yo no estaba...
¿Es ley universal como el dar y recibir en igual proporción? ¿Mero paroxismo, pasajero en la búsqueda de quien soy? ¿Justifica ser culpa y cargo? La demencia excesiva determina reiteradas cargas que al estar del otro lado, inclusive ajeno y negado, impiden sopesar las realidades de los verdaderos protagonistas e inhiben el vínculo. Transgrede la visión de la realidad hasta deformar la autoconcepción en el núcleo.

El silencio, la excitación, la ansiedad y la torpeza. El deber a la espalda y el freno desde las sienes por delante hasta la base. El error. Por pequeño que sea... ¡No! otra vez el error. La torpeza. Quiebre. Culpa. Las viejas cuentas. Mayor separación.

Espectador no me entienda, sólo léame y comprenda. O no. Que estas palabras vienen de otro lado, no de la razón que ya ha oprimido libertades en ocasiones incontables. Que no es la razón la que libera, que pesa y aprieta esto en otros lares de uno mismo.



(sin título)

No podría encontrarla en otra situación que no fuera mirando su foto. Sentada a la mesa lo invocaba. Sabía que vendría. No era un calvario sino una apenas angustiante vigilia. Cargada de ansiedad.

Cuando llegó no tocó a la puerta, se asomó y en el instante siguiente estaba dentro. Al siguiente entre sus brazos. ¿O fue ella quien se sumergió en su humanidad buscando ahogarse y nunca más salir de allí?.

Y así fue como tantas otras veces que celosamente guardaba en su memoria. Hicieron el amor como siempre. O como nunca. Fueron elegantes bailarines en un escenario infinito. Iluminados por la más azul de las estrellas fueron uno. Eran todo lo que necesitaba el otro y eran uno en el universo. No hay dios ni diablo que sepa contar, dar o quitar esa dicha.

Pero cuando la unión que los hacía inmortales termina, vuelve a correr el reloj de aquella espera. En este momento es cuando atormenta la angustia. Donde vuelve la conciencia y le cuenta de que todo es una gran mentira . Las ropas que se van calzando son una gran armadura que los separa infinitamente.

Se transforma. Lo odia. Pero lo ama. Hasta el próximo encuentro será todo para ella. Sabiendo que no podrá tenerlo, será aun más que eso. Aún tendida se abraza a su cintura y no lo deja ir. El se incomoda y trata de no lastimarla. Logra salir airoso y cree no haber terminado de destruirla, porque sabe que cuando vuelva la va a encontrar igual que hoy.



Al final...
Al final, ni tengo tantas cosas como creía ni las que tengo son tan buenas como parecían.
Al final, a veces creo que soy mejor de lo que antes pensaba que era. Pero antes no es ahora.
Al final, iba a escribir una sola línea y ya voy por tres.
Al final, nada parece justificar la cuarta, si lo que escribo es una cagada.
Al final, cuando estoy terminando una cosa me pregunto si me habrá servido de algo.
Al final, nunca sé la respuesta, si sé lo que sé y no sé que cosas sé por lo que hice.
Al final, este texto no tiene un hilo, y ni siquiera merece un final digno.
Al final, le llegó el final merecido.

miércoles, 9 de mayo de 2007

Los cuentos de Alicia


Alicia, la niña popular.
Alicia. Sí, yo también estuve pensando en ella. Pensé en mi propia Alicia, hasta que entendí que Alicia es una sola. La que todos imaginamos. Pensé en sus ojos, en el color de su pelo, en sus ideas y en sus zapatos pequeños.

Quise contar de su niñez (sabes que sólo tiene dieciséis). Pensé en sus primeros amores. En el olor de su casa y aun en lo que tú me contarías de ella.

Al final, terminó por escaparse de mis manos. Lo mismo que de su niñez, sus amores, su casa y de cada una de sus nuevas historias.



Shainy Alicia .
Alicia era la niña que nos iluminaba con sus ojos. Torrentes de alegría fluían al abrir sus párpados, recorriendo cada rincón de la casa. Cuando atravesaba el umbral, la ciudad amanecía. Y amanecían las flores y el rocío, aun bostezando cómodo sobre su colchón verde.

Amanecía la ciudad en un amanecer sin horizonte. Volvía a la vida cada esquina, se mullía cada banco del parque y sonreía cada adoquín bajo el peso más pesado, lleno de la ternura y el calor de sus ojos.

Ayer los cerró. Ayer todos morimos.

Y ahora es ella quien vive tanto más que nosotros…



Alicia Lost.
Alicia... Nunca supe cómo era. Primero la idealicé en una suerte de diosa que me liberaría de aquella prisión de soledad. Después creí que sería la madre de todos mis hijos (cuando dejé de creer que era mi propia madre).

Alguna vez la vi sólo como un invento del marketing. Ha llegado a resultarme tan pasional, efímera, deliciosa y pasajera…

Finalmente sólo fue otra de tantas maravillas perdidas. Y hoy me doy cuenta de que cien(mil) palabras no alcanzar para decir cómo y cuánto era. Y pienso en cuánto nos perdemos por pensar tanto, no sentir y mesurar nuestras palabras…

viernes, 4 de mayo de 2007

Atrévase a soñaaaaar!

Hola chicos. Sorprendido por las buenas respuestas que ha tenido el segundo post, continúo contando cosas que invitan a aportar sus letras. El tema es así: Sueños Locos. Resulta que me ha tocado soñar delires a pila y divagues astrales densos.

Aquí los cuento y, finalmente, la idea es que compartan aquí los suyos.


Juira bicho!
En Rosario conocí una nenita llamada Varinia. Muy buena onda la beba, excepto porque me llamaba “Mariano” (por hermano de Mariana supongo). Bueno, una vez soñé que Varinia iba caminando por el patio de la casa de mi abuela y se convertía en un insecto, chiquito y parecido a un repollito, de un verde claro y muy intenso y con patas. Acto seguido a su metamorfosis, rueda y cae a una rejilla de desagüe. Espanto y turbación.


Raro boicot de mi cerebro
Este sueño me mató. En serio. Bueno, en ficción de sueño pero en serio. Recuerdo que unos cuantos tipos (no menos de cuatro) me apuran y me rodean. Creo que atiné a defenderme, pero apenas llegué a ponerme en guardia cuando ellos se encuentran a mis espaldas y me cagan a tiros mal. La sensación fue increíble e indescriptible. Realmente sentí que me moría y esa sensación fue muy vívida (?). Bueno, aun con vida intento arrastrarme hasta una puerta que estaba a menos de dos metros de mí. Delante de ella recuerdo haber visto una escalerita de tres peldaños. No sé para qué quise llegar ahí, pero nunca llegué a abrirla.


Fucking 29 surreal real
 
Este es aun mas raro, porque fue una experiencia entre el sueño y el despertar. Estaba durmiendo al lado de mi novia. Ella sentada. Me despierto (realmente) y la miro. Veo su cara transfigurada a una especie de ñoqui gigante y deforme. Con textura de piel y soporte de hueso, pero muy deformado y retorcido. Dos segundos después del horrible susto, suspiro y cierro los ojos para lograr enfocar mi vista y mi cabeza en la realidad. Vuelo a abrirlos y miro de nuevo… Veo lo mismo! Mierda, qué pedazo de cagazo. Vuelvo a agitarme y a cerrar los ojos mientras me agarro la cabeza (todo es real) mientras ella me pregunta si estoy bien. Finalmente, vuelvo a abrir los ojos atormentados, la veo bien, entiendo todo, empiezo a superar el cagazo y la abrazo.


¡Que hacé papá!
Este es el sueño que me inspiró el post. Simple y dramáticamente, tres compañeros del secundario (no recuerdo cuáles) me hablan al mismo tiempo desde el mismo teléfono y a los gritos, y me dicen que mi viejo se suicidó. Después de despertarme angustiado y volver a dormirme, me entero (no sé cómo) que también se cortó las tetas (tetishas) y se ató una soga que apretaba las heridas antes de tirarse de un puente a un río. Tal fue la forma de matarse.


Bueno, la idea es que compartan en este espacio sus sueños más delirantes. Valen también aquellos felices y coloridos para diluir tanta oscuridad en estos primeros dos envíos…

miércoles, 4 de abril de 2007

bemvindos (seguramente sólo seré yo)

Hola. Como te dije, este es mi nuevo blog.

Sí, más vale que no tiene una goma todavía... no si se lo va a tener más adelante tampoco.

En realidad lo hice sólo porque Edu se lo hizo y quise ser tan pro como él...

Bueno, cuando se me ocurra algo les aviso. Capaz sean los cuentos de Alicia...

Abrazo...