Suspiré por última vez y cerré los ojos. Las placas de acero se deslizaron impecables y pasivas frente a mí, separándose y dándome paso. Un amplio y profundo pasillo se apareció ante mi vista, muy iluminado y con el piso reluciente. Doy un paso adelante y sólo empiezo a ver puertas. Puertas, puertas, puertas. Miles de puertas. Pasillos, esquinas, recodos y más puertas.
La iluminación perfecta e imponente. Muchas ventanas por las que entraba otro tanto de luz muy blanca. Conductos de aire que mantenían una atmósfera fresca. Todo tenía un tinte ideal, un color claro de pasividad y calma. Excepto las puertas.
Me perdían. Me sorprendían en cada giro. Me apuraban. Me llevaban a nada. Puerta, pasillo, puerta. Sonidos de puertas. Carteles indiciadores de puertas. Puertas y más puertas.
¿Señor, sabe dónde q--? Disculpe, señorit--. Nadie sabía. Nadie miraba. Nadie nada, todos seguían.
Y seguí para adelante, pasando puertas mientras algo me hacía ruido en las tripas. El tiempo pasaba entre un tic tac de picaportes y bisagras. Atravesando umbrales que no terminaban de quedar atrás por todos los que les continuaban hacia adelante.
Después del enésimo respiro, volví a atravesar un nuevo tramo de este camino disperso. Me rendí. Paré.
Cabizbajo, crucé los brazos sobre la panza y me dije: “Ya fue, este shopping es un quilombo. Me voy a cagar a casa”.
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La iluminación perfecta e imponente. Muchas ventanas por las que entraba otro tanto de luz muy blanca. Conductos de aire que mantenían una atmósfera fresca. Todo tenía un tinte ideal, un color claro de pasividad y calma. Excepto las puertas.
Me perdían. Me sorprendían en cada giro. Me apuraban. Me llevaban a nada. Puerta, pasillo, puerta. Sonidos de puertas. Carteles indiciadores de puertas. Puertas y más puertas.
¿Señor, sabe dónde q--? Disculpe, señorit--. Nadie sabía. Nadie miraba. Nadie nada, todos seguían.
Y seguí para adelante, pasando puertas mientras algo me hacía ruido en las tripas. El tiempo pasaba entre un tic tac de picaportes y bisagras. Atravesando umbrales que no terminaban de quedar atrás por todos los que les continuaban hacia adelante.
Después del enésimo respiro, volví a atravesar un nuevo tramo de este camino disperso. Me rendí. Paré.
Cabizbajo, crucé los brazos sobre la panza y me dije: “Ya fue, este shopping es un quilombo. Me voy a cagar a casa”.
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5 comentarios:
BUeno, a ver.. uju! voy a ser el primero, ya que me rompés las bolas. Sos peor que una mina loco!
Terrible sensación la de necesitar un baño cuando te estás por cagar, creo que es una de las pocas que te nubla la mente, la razón y todo tipo de pensamiento. Solo pasa una sola cosa, BAÑO POR EL AMOR DE DIOS!
Pero, que pasó con todo ese intelectualismo? después de varios post de buen nivel, caes en el más bajo de los tópicos de todos.
Por otro lado querido amigo la convergencia interespacial a tomado por sorpresa al línealismo cósmico del universo. Qué significa esto?
Ni la más puta idea (solo estuve viendo un científico chino hablar de la teoria M por Infinito y posta sí que hay gente que está al pedo carajo!), pero que sueñes con Indiana Jones con su padre en una isla donde crecen muchos chocolates y dulces y que encuentres un tesoro que es EL diseño (santo grial), no puede ser bueno para nada.
BUeno Rulero, como te dije no es mi momento para escribir, pero lo intenté.
Azotes y a ver si ganás un premio de una vez por todas!
t
cambia el fumo loco ese te esta pegando mal!!!!!
Justo ayer, mi tía, docente y argentina ja! me contaba de un niñin de 2º grado que habia contado un reltato... título: "el cluo volador" (posta). El protagonista de su historia era un culo que no encontraba un inodoro para sentarse y daba vueltas de aca para alla buscando uno para poder apoyarse... terminaba en que sí lo encontraba y era feliz.
Yo pensé: waw!
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