Qué pena los españoles, allá por el mil quinientos,
haciéndonos trabalenguas,
trayendo por agua el fuego;
multiplicando en sus espejos
humo y dolor de este cielo.
Qué pena los españoles, allá por el mil quinientos,
cambiando un tanto los tantos:
conquistando, ¡que no invadiendo!,
haciendo con carne quemada
de la América el incienso.
Qué pena los españoles, allá por el mil quinientos,
en nombre de la Palabra
revelando, también mintiendo,
predicándonos su Verdad,
causando guerra entre pueblos.
Qué pena los españoles, allá por el mil quinientos,
trayendo su Pan de Vida
y bautismos, por hombres muertos;
alzando cruces de piedra,
sembrando la tierra de cuerpos.
Qué pena los españoles, allá por el mil quinientos,
sepultando tanta historia,
mil altares construyendo;
matando pa' recaudar
en nombre del Ministerio.
Qué pena los españoles, allá por el mil quinientos,
saqueando, abriendo las puertas
que llevan -dicen- al Cielo.
¡Y qué pena los españoles, allá por el mil quinientos!
Vinieron a hacerse la América
y de América, hicieron infierno...
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