domingo, 3 de mayo de 2009

Tierra y tierra

Entre polvo, sequedad
y tu siesta inanimada,
en la consabida pujanza
que en nacer nunca acaba;

dormida en el tiempo muerto,
anodina en la mirada
de los jóvenes que vuelven
a sus casas de la infancia...

Tan cómoda en el recuerdo
(bajo el cielo como sábana)
que esa paz somnolienta
se hace cuerpo de tu alma.

En la orilla del quiero y quedo
estás, Formosa, parada
junto a tus hombres de tierra,
Tranquilinos y Paniaguas.

Camino de vieja espera,
historia de antiguas páginas
que escribí una vez con sangre

letras torpes

y unas lágrimas...

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