Alicia, la niña popular.
Alicia. Sí, yo también estuve pensando en ella. Pensé en mi propia Alicia, hasta que entendí que Alicia es una sola. La que todos imaginamos. Pensé en sus ojos, en el color de su pelo, en sus ideas y en sus zapatos pequeños.
Quise contar de su niñez (sabes que sólo tiene dieciséis). Pensé en sus primeros amores. En el olor de su casa y aun en lo que tú me contarías de ella.
Al final, terminó por escaparse de mis manos. Lo mismo que de su niñez, sus amores, su casa y de cada una de sus nuevas historias.
Shainy Alicia .
Alicia era la niña que nos iluminaba con sus ojos. Torrentes de alegría fluían al abrir sus párpados, recorriendo cada rincón de la casa. Cuando atravesaba el umbral, la ciudad amanecía. Y amanecían las flores y el rocío, aun bostezando cómodo sobre su colchón verde.
Amanecía la ciudad en un amanecer sin horizonte. Volvía a la vida cada esquina, se mullía cada banco del parque y sonreía cada adoquín bajo el peso más pesado, lleno de la ternura y el calor de sus ojos.
Ayer los cerró. Ayer todos morimos.
Y ahora es ella quien vive tanto más que nosotros…
Alicia Lost.
Alicia... Nunca supe cómo era. Primero la idealicé en una suerte de diosa que me liberaría de aquella prisión de soledad. Después creí que sería la madre de todos mis hijos (cuando dejé de creer que era mi propia madre).
Alguna vez la vi sólo como un invento del marketing. Ha llegado a resultarme tan pasional, efímera, deliciosa y pasajera…
Finalmente sólo fue otra de tantas maravillas perdidas. Y hoy me doy cuenta de que cien(mil) palabras no alcanzar para decir cómo y cuánto era. Y pienso en cuánto nos perdemos por pensar tanto, no sentir y mesurar nuestras palabras…
2 comentarios:
Rul... pones unos titulos de mierda a tus cuentos, muy buenos, mi favorito es shainy alicia.
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