sábado, 12 de mayo de 2007

Cuando yo era un niño...


Hola amigos que han pasado alguna vez por aquí, y otras de largo hacia allá. Lo que estoy colgando ahora de este mi enrulado espacio digital son unos textos que escribí cuando estaba en la universidad.

Gracias a la genia y hermosa persona que es Imelda Ferrero y al profe Mauricio Mayol. Con ellos medio me di cuenta de que podía ser redactor... (cualquier queja o reclamo, a ellos).



El día de la O.

Siempre fui un personaje conflictivo. Mis grupos me ahogaban. Mis pares fantaseaban con el hedor de mi sangre fresca. Yo a la defensiva, agazapado. Expectante.

Esa mañana calurosa exageraba el desorden de mi pelo siempre largo. "Parece una montaña de pasto" decía mi viejo.

Llegaba al colegio con el gesto desinteresado y el desgano de siempre. Pero ese día no era como cualquier otro. El rigor de la asistencia obligatoria me empujó al festejo del día del estudiante.

Todos estaban exaltados, desarreglados. Transpirados, desaliñados y eufóricos. Desencajados de sí mismos, lejos del alcance de la autoridad.

Y llegó Omar. El grandote de Omar. Nos miramos fijos desde lejos. Gesticulé y respondió. El intercambio se hizo más intenso. Palabras y más señas.

Pasó cruzando la improvisada cancha de fútbol. El polvo en el ambiente acentuaba cierto aire fantasmagórico en su andar. Su aspecto feroz se hizo evidente ante los ojos del cuerpo de preceptores a esa altura alarmados. No pudieron detenerlo...

Lo demás lo olvidé.



Otra página.
Sólo cuando escribo, creo, puedo ser otras personas. O cosas. O ponerme en otras situaciones. Alguna gente tiene una capacidad llamativa de ponerse una investidura y actuar de forma extraña. A mí me pasa sólo escribiendo.
Cuando escribo me la mando. Debe ser sólo ordenar cosas que en mi cabeza están totalmente perdidas, inútiles, erráticas y desvariantes. Parece que recién ahí las puedo conocer.
No sé qué digo cuando escribo. Seguramente solo hablo de mí. El ego puede ser el que me carga el cartucho.



Yo no sé, yo no vi, yo no estaba...
¿Es ley universal como el dar y recibir en igual proporción? ¿Mero paroxismo, pasajero en la búsqueda de quien soy? ¿Justifica ser culpa y cargo? La demencia excesiva determina reiteradas cargas que al estar del otro lado, inclusive ajeno y negado, impiden sopesar las realidades de los verdaderos protagonistas e inhiben el vínculo. Transgrede la visión de la realidad hasta deformar la autoconcepción en el núcleo.

El silencio, la excitación, la ansiedad y la torpeza. El deber a la espalda y el freno desde las sienes por delante hasta la base. El error. Por pequeño que sea... ¡No! otra vez el error. La torpeza. Quiebre. Culpa. Las viejas cuentas. Mayor separación.

Espectador no me entienda, sólo léame y comprenda. O no. Que estas palabras vienen de otro lado, no de la razón que ya ha oprimido libertades en ocasiones incontables. Que no es la razón la que libera, que pesa y aprieta esto en otros lares de uno mismo.



(sin título)

No podría encontrarla en otra situación que no fuera mirando su foto. Sentada a la mesa lo invocaba. Sabía que vendría. No era un calvario sino una apenas angustiante vigilia. Cargada de ansiedad.

Cuando llegó no tocó a la puerta, se asomó y en el instante siguiente estaba dentro. Al siguiente entre sus brazos. ¿O fue ella quien se sumergió en su humanidad buscando ahogarse y nunca más salir de allí?.

Y así fue como tantas otras veces que celosamente guardaba en su memoria. Hicieron el amor como siempre. O como nunca. Fueron elegantes bailarines en un escenario infinito. Iluminados por la más azul de las estrellas fueron uno. Eran todo lo que necesitaba el otro y eran uno en el universo. No hay dios ni diablo que sepa contar, dar o quitar esa dicha.

Pero cuando la unión que los hacía inmortales termina, vuelve a correr el reloj de aquella espera. En este momento es cuando atormenta la angustia. Donde vuelve la conciencia y le cuenta de que todo es una gran mentira . Las ropas que se van calzando son una gran armadura que los separa infinitamente.

Se transforma. Lo odia. Pero lo ama. Hasta el próximo encuentro será todo para ella. Sabiendo que no podrá tenerlo, será aun más que eso. Aún tendida se abraza a su cintura y no lo deja ir. El se incomoda y trata de no lastimarla. Logra salir airoso y cree no haber terminado de destruirla, porque sabe que cuando vuelva la va a encontrar igual que hoy.



Al final...
Al final, ni tengo tantas cosas como creía ni las que tengo son tan buenas como parecían.
Al final, a veces creo que soy mejor de lo que antes pensaba que era. Pero antes no es ahora.
Al final, iba a escribir una sola línea y ya voy por tres.
Al final, nada parece justificar la cuarta, si lo que escribo es una cagada.
Al final, cuando estoy terminando una cosa me pregunto si me habrá servido de algo.
Al final, nunca sé la respuesta, si sé lo que sé y no sé que cosas sé por lo que hice.
Al final, este texto no tiene un hilo, y ni siquiera merece un final digno.
Al final, le llegó el final merecido.

7 comentarios:

Creactiva dijo...

obscuramente encantador...
donde duermen tantas palabras???

Cristian Ochoteco dijo...

eeehh no sé. Saludos a Rulo...



Cristian 8.

natalia dijo...

Debo aclarar que de pendejo, o cuando escribiste estas cosas, no eras ningún boludazo cara de tripa. Al menos no para mi.

Al final, la gente cambia, muta, crece. Evoluciona dirían algunos.
Al final seguimos caminando y no sabemos hacia donde.
Buscá, seguí buscando que algo vas a encontrar. Al final.

Gustavo dijo...

Yo no se que hay para uno, solo se que hay algo. Que la gente te repita una y otra vez que estas de la goma, es un indicio de que hay algo mucho mejor que unos pocos podran ver. Toda la vida me lo dijieron desde pibito, nene vos estas loco!!! y yo respondía, gracias!

Asi que querido Rulo, no se si seremos de esos pocos que son muchos, pero si te dicen, che loco estas de la verga! Hay que sentirse orgulloso de ello.

Azotes.

Creactiva dijo...

sabes que si??? el metonimico tiene razon, toda la razon...aplausos emocionados...

Cristian Ochoteco dijo...

Mmmm hablando de orgullos, mis dos momentos más orgullosos de los ultimos... 5 años, fueron cuando me elogiaron indiscretamente un pedo que me tiré en el colectivo y una vez q me preguntaron si era brasilero :D:D:D:D:D...

Bueno, nada que ver pero ahora me siento un loco con club de fans!! Lo arman???? Ni locos eh? Cuak!

Bueno balas de salva a sus pilines por tantos aportes copados...

Cristian Ochoteco dijo...

Ah Pela, PD: de dónde coño arrancaste con lo de la locura y de lo que hay para uno????

Vo so un loco viteh... no entres más a mi blog... vo seguro comés droga...