miércoles, 25 de agosto de 2010

Mejor si parece una rolita de amor...


Voy a dejarte
(¿o acaso mis últimas palabras
ya te hicieron soltarme la mano?)
y aunque pueda no importarte,
puedes saber que yo
no voy a buscar ninguna otra
como tú,
con esa sonrisa
y unas migajas
y la mala idea de tener mi tiempo
para salvar su apuro
y un poco de vacíos por embarullar
cada vez que nos vemos.

Digo que voy a;
y si no te anticipaste
creo que voy a,
porque digamos que por ahora
hay algo de utilidad
-o útil comodidad-
que me puedes dar en la
in
justa
medida en que creas saber medir.

Pero como bien y muy bien
conozco lo de los tiempos
después de los tiempos,
sé que éste ha de acabar
(¿atardece o ya es la noche?).
Y gracias por las sonrisas
de cartón que ni te creo
y por preguntarme,
tres veces por vez,
cómo estoy y en qué ando.
Porque siempre diré la verdad
-bien-
aunque nada me interesa que sepas
de aquellos mares de abundancia,
en los que nado bajo el sol
a universos de distancia
de lo que en tu paso estrecho
ni puedes imaginar.

Pero igual y respiro
porque tomaré lo bueno
(¿lo bueno? ¡eso ni siquiera lo es,
y vieras como te empeñas en quedártelo!)
y será disque bueno
hasta que ya no quiera
y entonces te diga,
ora sí,
que ya está bueno para mí.

Y entonces también miraremos a un lado,
(digo a dos; yo al sol, tú,
a quién sabe qué cuentas,
regresivas de time
y voraces de money)
y ya no habrá cuentas compartidas
cuando sólo nos vea la cara común
que ahora nos sonríe
y después responderá a tus preguntas
(de manual sin interés,
de joven de taquilla,
de guía telefónica,
de hoja de farmacia)
y le tocará traficar tu inseguridad
ya sin máscaras y tal...


Y yo deberé recordarte
con la elegancia que trataré de aprender,
sólo para decir que ojalá,
ps... ojalá y te vaya bien...