martes, 27 de abril de 2010

Cruz y Ficción.


Seamos buenitos, angelicales, impolutos. Virtuosos impecables y
autómatas deshumanizados, insensibles y no pensantes.
Y entonces no olvidaremos que:


Amaremos a Dios sobre todas las cosas, incluyendo las que que compremos, estrenemos y ostentemos.

No tomaremos su santo nombre en vano. Jurémoslo por Dios.

No robaremos nada, nada, nada. Ni la señal de cable, ni cualquier bolígrafo, ni las botellas de papá, ni cd´s de las oficinas.

No cometeremos actos impuros. Reprimiremos nuestros instintos hasta el puro, concienzudo, cristiano y sublime momento de la procreación.

No codiciaremos los bienes ajenos. Los novios, novias, esposos y amantes no son bienes; pero tampoco los codiciaremos.

No mataremos jamás a ningún ser viviente. Clarito, esto incluye a todas las plantas y animales milagrosamente concebidos en la creación.

No desearemos a la mujer de nadie, incluyendo a las tetonas de patas abiertas frente a cualquier cámara.

Santificaremos las fiestas, fiestitas, borracheras litúrgicas, fumatas y fiestas negras.

Honraremos siempre a nuestros padres. Viviremos imperturbablemente de acuerdo a estos preceptos para  honrarlos.

No levantaremos falso testimonio. (Y esto incluye no declararnos absolutos respetuosos de los mandamientos y la voluntad de Dios).

Y amaremos a todos por igual... Hermanos a hermanas, hermanos a hermanos y hermanas a hermanas.
Y, por si tanto amor no alcanzara, nuestros Padres también amarán a los niños que corretean desprevenidos por las iglesias...

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