Lo dijo el Dalai Lama, y estoy de acuerdo en esto: el propósito de nuestras vidas es, sin duda, la Felicidad.
Y es difícil alcanzarla –digo yo– consumiendo productos, comprando ropa, cambiando de teléfono, tomando más y más…
También será difícil de alcanzar mientras llevemos dentro ánimos de odio, envidia, rencor y venganza.
Y será difícil encontrarla mientras no dejemos de competir y compararnos, mientras no dejemos de aparentar, o no nos preocupemos más por ser en lugar de parecer (que es, a veces, también padecer).
También será complicado alcanzar una felicidad plena, genuina y duradera, mientras no miremos hacia adentro ni escuchemos a nuestro verdadero yo, a nuestra esencia.
Tales, tantas y otras tantas son las dificultades para llegar a la Felicidad…
Y, si lo pensamos un segundo, ¿no creen que la felicidad es muy fácil de alcanzar?
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