viernes, 24 de diciembre de 2010

La plaza y los toros.


El toro y el hombre llevan ya dos horas enfrentados sobre la arena ardiente bajo el sol. La multitud brama; aun después de tanto tiempo en el horno de fervor no se cansa de gritar, hostigar y batir palmas.

Vuelan ribetes de sudor y sangre, trazos artísticos de salvajismo, floreo de carne, heridas y tropiezos. Uno es la elegancia, la apostura, la arrogancia. El otro es la agonía, la inercia y la ceguera. La decrepitud de una marioneta de sangre y polvo que va dejando la vida. Juntos, solamente juntos e interpretando la ópera que les toca en suerte, son el primitivo imán de miles de miradas animadas y animaladas, eufóricas y bestiales.

El que empezó hecho furia y choque ya se vuelve decadencia y resignación. Ya va besando el suelo, desarmándose sobre las coyunturas de sus extremidades. El dueño del espectáculo se regodea en el dolor y la ruina ajena, atizando el fuego con una elegancia sádica. No  hay tregua, no hay perdón: sólo por hoy es otra batalla de fuerza, agilidad, capote, angustia, astas, tensión, piel, picor y transpiración.

La fiesta llega al fin. La furia de las gradas precipita la estocada final (entró varios minutos antes de lo recomandado para el espectáculo, empujada hasta el cuajo por toda la furia del mundo). Así era de grande la ansiedad por completar esta misión bárbara. La angustia de la víctima acabó. La fiesta alrededor de la arena alcanza el éxtasis, y los ánimos están aun lejísimos de empezar a decaer.

Se celebra la muerte, la soberbia, el nuevo atropello y la carnicería. La furia es la alegría. Y la historia es de compensación, devoluciones y desagravios de venganza.

Los toros, eufóricos, siguen apaludiendo en las gradas.

3 comentarios:

Travis M. D dijo...

vaya mi mexico esta muy bien descrito en este texto esta todo el caotico transporte del metro, la incuerencia y anafabeltismo de los encargados de cuidarnos, la juventud habrienta de un lider no importando cual sea ese lider el chiste es segirlo por moda y la magia del vendedor Mèxicano y el ultimo parrafo que me recordo esas ferias locales correteando el algodon ja que chulo pais
y que texto tan padre me recordo a Juan Villoro ¿lo haz leido?

Cristian Ochoteco dijo...

Hey man! Gracias por pasar... Si no estoy mal, he respondido este mensaje antes ¿Dónde sería?

Gracias por la recomendación! Aun no leí nada de Villorio, pero lo curiosearé por ahí!

Y la verdad es que México enamora bastante, tiene mucho encanto, mucha grandeza por donde lo mires y, sobre todo -y afortunadamente-, creo que mucha humanidad!

Salú y buena vida Trav!

Cristian Ochoteco dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.